El corazón del bosque - jaepil

-y su corazón

El chico que el bosque le había presentado era totalmente irreal. Todo lo que una persona normal hubiese querido, una pareja perfecta en todos los sentidos. Wonpil era un chico extraordinario, tenía la belleza del bosque plasmada en sus cabellos y rostro, y la tranquilidad de las ventiscas en su personalidad y actitud. Todo en él era perfecto, o al menos, casi.

El chico era un ser mágico, su cabello rubio, su extrema belleza y su confusión ante su duda de su edad en años humanos, lo delataban, pero ese no era el problema.

El gran problema era la obsesión que Jae comenzaba a presentar.

Ahora él tendría al bosque en sus brazos, se amarían mutuamente y no necesitarían huir a ningún árbol viejo que probablemente se caería en alguna fuerte lluvia. El bosque le había regalado una parte de si, quizás algo mejor. Él chico ahora era suyo, porque el bosque así lo había planeado.

Wonpil aceptó, algo insatisfecho por su falta de naturaleza, pero sabía que él había sido presentado por el gran árbol para ayudar al bosque de no ser eliminado. Él amaba a Jae, pero no podía evitar sentirse algo abandonado por los que solían ser su hogar.

Quizás el amor tan poderoso puede ser un arma totalmente mortal.

El paso del tiempo dió a conocer una faceta de ambos irreconocible, el odio, la ambición y el rencor habían llenado sus corazones y solo la posesión por el otro estaba presente en sus emociones. Y es así como partieron al viejo bosque, quién luego de tanto tiempo los recibió gustoso.

Lo próximo a su bienvenida fue un gran olor a químicos, las plantas reaccionaban en defensa a sus cuerpos vulnerables y los insectos que residían allí huían rápidamente. Varios metros de bosque fueron manchados de aquél transparente líquido y al hacer su parte, el chico se paró enfrente del viejo árbol que lo veía decaído. Su oído se agudizó tras escuchar pisadas sobre la seca tierra y las viejas raíces, su cuerpo se volteó ante el nuevo individuo presente y su boca se abrió en búsqueda de decir algo que nunca de sus labios salió.

-- Lo siento, Piri-. Escuchó decir ante su compañero amoroso. Sintió un filo saliendo de su pecho, para volver a introducirse en otra parte, haciendole contener la respiración. -- Si tengo que terminar con el bosque, también debo de deshacerme de su corazón-. Su cuerpo cayó a pies del gran árbol, que mecía sus viejas hojas a modo de duelo por la reciente pérdida. Lágrimas comenzaron a salir de los ojos del causante pero con una quebrada sonrisa se limitó a mirar atentamente su alrededor.

Su mano fue dirigida a uno de sus bolsillos donde un recientemente comprado encendedor yacía en espera de un primer uso. Se agachó a la altura de su amante carente de vida y abrazándolo arrojó el encendedor prendido hacia la sustancia química que manchaba el bosque, ahora viendo todo su alrededor arder. Sonrío ampliamente tomando al pequeño rubio entre sus brazos, colocandose a pies del gran árbol que luchaba por combatir las rojas llamaradas.

Habían desatado su propia perdición, aquella falta de confianza ante el individuo que solo quería alguien que le brindase un poco de comprensión había terminado por convertirse en su terrible destrucción.

Porque lo que es oído por el bosque, se queda en el bosque. Ya que el ruido de la soledad, la ambición y el amor, pueden generar un infierno forestal.

Y así es como lo aprendieron, Jae y Wonpil, corazones del bosque de la verdad.