Mentira tras mentira

❀ CAPÍTULO 1 ❀

Hace frío, busco una posición en la que encuentre solo un poco de calor, pero al parecer ninguna sirve. La habitación es oscura, no hay nada más que el brillo de la luna posada en mi ventana, la mayoría de las veces suele posar en otra parte de la casa. Me siento acompañada, a gusto con su compañía y al parecer, ya no hace tanto frío.

Me siento en el filo de la cama para observar el resplandor de aquella luna tan bella, después de un par de minutos salgo de mi transe y camino hacia la cocina mientras paso por ese pasillo oscuro; veo mi reflejo en el espejo. Me veo desalineada, mi cabello oscuro con mis ojos ámbar en los que, al parecer, ya no tienen el mismo reflejo de luz que tenían antes y a decir verdad, lo extraño, están acompañados de ojeras que no sientan nada bien. Sin embargo, siento una fascinación por mis labios, no son tan carnosos como los de algunas chicas, pero tienen el grosor perfecto y debo recalcar que la perforación al costado izquierdo de mi labio inferior no se ve nada mal; es un tanto provocativo, mi mandíbula encaja perfectamente con todo mi rostro (muchas personas me nombran constantemente el parecido que tenemos mi padre y yo, no puedo negarlo. Es bastante evidente).

No he dormido bien durante las últimas semanas y realmente me está matando, debería descansar un poco, mañana tendré que visitar a mi padre en el cementerio. Como quisiera que estuviese aquí presente, aunque, su recuerdo está acompañado de mucho resentimiento.
Al llegar a la cocina empiezo a preparar un poco de té, el cual no tarda mucho en hacerse.

Me siento en la barra, recuerdo a mi padre sentado en la mesa cubierto con un abrigo de piel y pelusa por dentro así estuviéramos en verano, y en sus manos una taza de café caliente mirando el atardecer. Cuando era niña me gustaba observar sin que se diese cuenta, porque parecía no importarle nada en ese momento. Se veía tan sereno con su cabello oscuro, casi negro y sus ojos ámbar reflejaban tanta tranquilidad y cariño hacia el grandioso paisaje.

Todo era tranquilo hasta que llegó esa bruja que hizo añicos nuestras vidas y de paso también se llevó a papá... la bruja que pienso encontrar así se fuese mi vida en ello.
Después de unos segundos, miro el reloj que se encuentra colgado en la pared de la sala. Son las 5:04 de la madrugada.

- Iré a bañarme, será un día muy agotador- murmuro mientras me levanto de la silla y me dirijo al baño.

Me quito la bata blanca, limpia y suave, dejándola caer al suelo.

“Ya vendrá Antonia a recogerla” 

Sin embargo, hago un mohín ante el pensamiento, así que decidió levantarla y dejarla encima del retrete.

Luego de esa ducha reconfortante salgo de ahí envuelta en una toalla que está empezando a mojarse por mi cabello húmedo, éste deja unas pequeñas gotas en mi piel. Camino directamente a mi habitación y al llegar veo que Antonia ha acomodado mi cama de tal manera en que no tiene ni una sola imperfección. No me gustaría desarreglarla, así que me dirijo al armario y escojo unos vaqueros negros, una camisa negra que me llega hasta las caderas, unas botas negras de charol, junto a un abrigo de cuadros negros y blancos.

“No es muy festivo, pero, ¿quién en su sano juicio va a visitar a su padre al cementerio con una vestimenta colorida? Así, está bien.”

Me siento en el sillón azul petróleo que está a unos 10 centímetros del armario, no tardo mucho en cambiarme. Voy hacia el tocador que no tiene muchas cosas simplemente una peineta (mi padre decía que los cepillos maltratan el cabello y al parecer era cierto, porque algunas de las chicas de mi escuela siempre llevaban uno para las clases y su cabello no lucía tan hidratado como el mío), mis dos perfumes favoritos, un árbol del que cuelgan mis joyas, unas cuantas moñas y cosas básicas de maquillaje (Base, sombra, iluminador, pintalabios y demás, aunque, solo uso este tipo de cosas en eventos de mayor importancia).