Capitulo 3: la rubia de los sueños de ese imbécil

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-POV ABITAL

Al otro día me despertó la alarma, a Dios gracias porque a las nueve de la mañana nos entregan nuestro auto de renta. Sentí un peso en mi pecho, abrí los ojos muy lentamente ya que la luz del sol chocaba en mis ojos, al abrirlos me di cuenta que ese peso era la pierna de mi amiga encima mío.

-Monse arriba.- dije moviéndola.

-Monserrat levantate.

-Monse...

-Monserrat Blasier.- digo en un bufido.

-MONSERRAT LEVANTA TU CULO AHORA MISMO Y DIRIJELO HACIA LA DUCHA PORQUE UN GEEP Y UN TOUR NOS ESPERA.- le grite a mi amiga quien pegó un brinco y sin pensarlo estaba ya de pie en el piso.

-¿QUE TE CREES IMBECIL? - me grita ella muy enfadada, moviendo sus manos.

-¿TU QUE CREES? ¿QUIERES QUE PERDAMOS NUESTRO AUTO, Y NO PODAMOS HACE EL COÑUDO TOUR?- le grite como respuesta.

-NO ERES MI MADRE ABITAL DEJA LA MALDITA MANÍA DE ESTARME GRITANDO.- me grito.

-AL CUERNO CONTIGO BLASIER.- le grite yo de vuelta.

*toc-toc*

-¿AHORA QUE PUTAS QUIERES? - grite mientras abría la puerta. La verdad me enojaba que Monserrat se comportará de esa forma, más yo sabía que no le gustaba que la despertarán tan temprano.

Al abrir la puerta me encontré con un chico alto, con ojos café oscuro y largas pestañas, cabello color chocolate y lacio. Es delgado, no tan musculoso, labios carnosos y con aparelos.

-¿Disfrutando de la vista pequeña?-dice el chico con una sonrisa de: yatusabeloquierebebe. Y muestra un jodido y hermoso camanance en su mejilla izquierda.

-¿Que quieres?- le digo entre dientes.

-simplemente el paño de amigo, linda.- dice guiñando un ojo.

-Estúpido.- digo bajo pero el lo escucha.

-Mira linda, sólo porque ayer perdí una maldita apuesta vine a pedir el paño de Max, así que dame el maldito paño que me largo, tengo una rubia siliconada en mi cama esperando para darle algo que a ti nadie te podrá dar, ya que tu humor y tu humos no ayudan, así que apúrate.- dice el.

-¿TU QUE TE CREES IMBECIL? NADIE VIENE A ESTAS HORAS A GRITARLE A MI AMIGA QUE ELLA NO ES UNA DE TUS PUTAS SILICONADAS, PODES IR A METERLE LA POLLA A UNA ZORRA DE ESAS, A LA QUE QUIERAS, PERO A MI AMIGA NO LE HABLAS ASÍ PEDASO DE HIJO DE PUTA, ASÍ QUE MEJOR REGRESA POR DONDE VINISTE Y SI PUEDES NO VUELVAS.- le grita Monse desde atrás mío, muy furiosa. El chico levanta una ceja y pone una sonrisa burlona en su estúpida cara, más da vuelta y se va.

Yo...sólo no puedo aguantar más, voy hacia donde esta mi ropa, escojo un short naranja, una blusa holgada blanca con la espalda un poco descubierta, mi vestido de baño de rayas celestes y blancas y salgo directo al baño cerrando la puerta de un portazo.

Ya adentro escucho a Monse tocar la puerta y preguntarme si estoy bien, más no respondo, me meto a la ducha y dejo que el agua helada enfríe mi enojo. Mientras me ducho las palabras de ese engreído resuenan en mi cabeza, pero trato de no darle importancia. Al salir me visto y me quedo viendo al espejo. Talvez ese chico tenga razón, talvez lo que yo quiero que me den (amor, cariño, no en el sentido pervertido) nadie me lo dará. Dos lágrimas solitarias salen de mis ojos, las seco rápidamente. Alejo esos pensamientos y salgo del baño.

Al salir veo a Monse en la cama viendo hacia el balcón y desde donde estoy escucho su respiraciones aceleradas.

-Abi, ven.- dice con sus dientes apretados. Me dirijo hacia ella y veo en su dirección y veo al chico de ayer, al imbécil que me grito y a otro chico de cabello claro. Parece que el imbécil les está contando algo con una sonrisa triunfante y los otros le miran negando con la cabeza.

Valió La Pena EsperarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora