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| Las Islas del Sur |

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| Las Islas del Sur |

Halley supo que habrían problemas en cuanto vio a la familia Beast en la recepción del hotel en el que se hospedaban. Su padre tenía exactamente la misma conclusión y Henrey deseó que nadie fuera echado esta vez.

La heredera de Auroria está segura de dos cosas en la vida, la música es su sueño y los Beast y los Rose no se juntan, lo último lo aprendió en su décimo primer día de la familia, cuando su familia decidió pasarla en la ceremonia de Auradon Prep, nunca olvidaría el incómodo almuerzo con la indirectas entre su madre y la reina Mal, las dos peores horas de su vida, todos los que sintieron la tensión pueden admitir lo terrible que fue estar en medio de la situación aquella.

Henrey saludo discretamente a la hija menor del matrimonio, su mejor amiga de toda la vida y enamorada desde hace mes y medio, aguantando todas las ganas de sonreír. La quinceañera princesa de cabello castaño se sonrojó ante la mirada de su enamorado, quiso golpearse la frente ante su evidente acto, pero decidió sacar el celular de funda floreada de su bolso y escribió un texto «vaya coincidencia, solo espero que mamá no pierda la cabeza» envió apretando los labios y girando hacia la voz de su hermana mayor. El más joven de los Rose, bufó de la risa y contestó igual de burlón.

Para los ojos de Halley está interacción paso por completo desapercibida, solo podía pensar en la patéticamente incómoda cena que les esperaba. La tradición entre la realeza era que en caso de encuentro ocasional, era necesaria una cena formal la primera y última noche de coincidencia, de lo contrario se consideraba una completa y ruin falta de respeto.

—Parece que el hotel olvidó mencionar que los reyes de Auradon se hospedarían aquí... —dijo entre dientes Audrey, no importaban las disculpas y años en medio, luego del momentáneo desprecio que sufrió de los aldeanos después de su desliz, no pudo hacer más que odiar a Mal, aunque supiera que la contraria no tenía la culpa, solo la despreciaba.

—¿No te apetece ir al spa del hotel, cielo? —preguntó el rey de Auroria mirando a su esposa con aprensión, sabía que iba a tener una larga charla con Ben sobre los horarios y turnos para las actividades de sus vacaciones, y lo mejor era que ni Audrey ni Mal estuvieran enteradas.

—Seria genial, ¿Quieres acompañarme, Aurelia? —de lo único que se podía estar seguro en una vacaciones familiares era que su madre se la pasaría en el spa todo el tiempo posible, pero nunca había llevado consigo a Halley, al menos no sin que ella se lo pidiera antes.

—Por supuesto, madre —Audrey asintió y señalo al frente con la mano en la que sostenía su bolso, solo para proceder a encaminarse.

—No prometo más de dos horas, sean rápidos y no llamen la atención, mamá tiene a sus buitres por todos lados —advirtió la muchacha a su padre y hermano que asintieron antes de dirigirse a los hombres de la familia Beast, que al igual que ellos se dirigían a los establos, el único lugar en el que podían hablar sin las matriarcas.

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