Los golpes siguieron resonando en la puerta de la entrada. Aquel chico no se daba por vencido, y más cuando le cerré la puerta sin decir nada. Sentí como mis mejillas se ponían rojas.
-¿Q-qué q-uieres?-tartamudeé como una estúpida.
El corazón cada vez me iba más rápido.
Pensé que él no me escuchó, pero lo hizo. Estaba convencida que había pegado sus labios a la puerta para que el sonido de su voz terminara llegando a mis oídos.-Presentarme-soltó una risa que a cualquier chica le gustaría oír-Mi nombre es Alejandro, pero llámame Haro, encantado.
Silencio.
-¿No vas a decir tu nombre?-.
Alcé mis hombros pensando que me vería, pero no podia hacerlo. Así que respondí.
-Bárbara-.
-Bonito nombre-.
Me entraron ganas de reír. Era tan directo al igual que mentiroso.
-¿Me dejas entrar?
-¡No!,-este chico estaba loco- Tengo cosas que hacer... ¡Adiós!
-Espera-siguió en el mismo sitio. En el pasillo de la planta hablando solo y mirando a una puerta cerrada.-¿Puedo preguntarte que hacías en la ventana?
Si seguía preguntándome estupideces estaba convencida que moriría. Vivir con mi padre era todo un reto, pero no sabía que tendrías sus raras consecuencias, como por ejemplo soportar a un nudista como vecino.
Estaba siendo amable, pero a la vez muy testarudo. No quería hablar con él, deseaba que "Haro" desapareciera. Cerré los ojos, así que cansada de tener los labios cerrados respondí.
-Solo contemplaba la noche-.
Alejandro volvió a reír.
-Estabas vigilándome-me lo imaginé con una sonrisa traviesa.
-¿Te gusta lo que has visto?-¿¡Qué!?-grité alterada.
-Digo...¿Si te ha gustado lo que has vist..
Lo había entendido perfectamente.
-Por supuesto que no-gruñí-¿Qué pregunta tan estúpida es esa?
-Una cualquiera-jugó con el pomo de la puerta-Así que te gusta observar a los hombres cuando están desnudos-.
-¡No!-¿estaba loco o esque estaba jugando?
Él solo reía , burlándose de mí.
-¡Márchate o llamaré a la policía!-.
-Pensé que nos llevaríamos bien-estaba fatal de la cabeza-¿crees que nos volveremos a ver?
Negué con la cabeza incluso cuando Alejandro no podía verme
-¿Esque eres sordo? ¡Vete!-.
-Lo haré, pero prométeme algo...-seguía con un juego que no seguí-. La próxima vez que me observes cuando esté desnudo... No te sonrojes, el calor que desprende tu cuerpo puede encender un bosque entero.