Terapia - relato corto.

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¿Qué me pasa? ¿Qué me pasa? Me veo saludable y me siento saludable. Los exámenes me dieron todos bien. Entonces, ¿qué me pasa? Tal vez me esté obsesionando con el tema. Tal vez debería hacerle caso a Noelia. Tal vez debería olvidarme por un rato del asunto y relajarme. Sí, relajarme. Eso. ¿Dónde estaba esa tarjeta que me dió? ¿Cajón de ropa interior? No. ¿Bolsillo del pantalón? No. ¿Cartera? No. ¿Dónde carajo la puse? ¡Ah! Ya sé. Barra de la cocina, abajo de media tonelada de papeles de la oficina.

Acá está.

Jacques, masajista terapéutico.

—Qué tarjeta más rara. Sólo un número de teléfono. Bueno, me la dio Noe así que debería de confiar en mi amiga. Llamemos.

Dejé su mensaje. Piiiip.

"No se identifica, qué raro."

Eh, no sé si es el número correcto. Soy Melina Rosas. Busco a Jacques por unos masajes. Puede llamarme a este número.

Piiiip.

—Bueno, aprovechemos que es sábado para la emocionante tarea de organizar este desastre. Un poco de música a un volumen ridículamente alto y eso debería servir de motivación suficiente. A limpiar se ha dicho.

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Tres horas después, su estómago rugió de hambre, justo cuando estaba terminando. Bajó la música y se fue a investigar el contenido de su heladera. En ese momento, sonó su celular.

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—Hola...

—Hola. Soy Jacques. ¿Quién le pasó mi número?

"Pero qué tipo más seco."

—Mi amiga, Noelia Ramírez.

—Bien. Tengo una hora disponible para esta noche, a las veinte.

—Sí, puedo. No hay problema.

—Bien. La dirección es Camino O' Higgins 1220.

—Ok. Nos vemos.

Tu, tu, tu, tu.

"Pero qué amor de persona..."

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Mirando de nuevo al vacío casi absoluto de su heladera, algo le incomodaba y no eran sus ya asumidas inexistentes habilidades de ama de casa. Este tipo le provocaba una extraña y extrema curiosidad. Había ido en otras oportunidades a hacerse masajes y las personas que la atendieron siempre le resultaron simpáticas. Suponía algo normal para el nivel de exposición al que eran puestas sus clientes. Generar algo de confianza inmediata era imperativo. Pero no con el señor Jacques tarjeta misteriosa sin apellido y con modales de mierda.

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—Debe ser un soberbio insoportable. Bueno, parece que seguís sin hacer magia heladerita querida, así que no me dejás otra alternativa que acudir al delivery.

Después de llamar a su proveedor favorito de comida china, no resistió más y llamó a su amiga.

—¿No confiás en mí? — preguntó Noelia exageradamente.

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