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Eran las siete y media de la mañana, estaba cansada y todavía tenía el recuerdo agridulce, de su misterioso sueño.

Necesitaba dormir más, pero sabía que si lo hacía se quedaría dormida y no llegaría a tiempo a la universidad. Así que se levantó de su cama. Y se dirigió hacia el baño.

Notaba como las gotas de agua fría le resbalaban por todo el cuerpo, era parecido a una caricia, despejaba sus dudas y temores. Ella alababa al agua como un mortal adoraba a un Dios. Le relajaba, le daba amor y en cierto modo esperanza.

Puede parecer que nuestra protagonista estuviera loca. Pero no era así, ella podía notar en todo un corazón. El agua le susurraba amables palabras y allí ella mostraba sus inseguridades, le contaba sus problemas, lloraba, pero lo más importante es que allí dentro podía ser ella misma, sin prejuicios ni cadenas que la atarán a un mundo superficial. Allí se sentía pequeña, insignificante, pero también amada y comprendida.

Cuando salió, ya no tenía tanto miedo como el dia anterior, iría decidida y le diría unas cuantas cosas al chico que le rompió el corazón, ese idiota se enteraría de lo que ella valía.

Volvió a ver la hora en su móvil, después de vestirse. Se dio cuenta de que tenía varias llamadas perdidas de sus amigos. Y entonces se dio cuenta de su error. No había hablado con ellos desde el dia anterior, no sabía si se corrían rumores, o ellos habían intuido algo. No tenía forma de saberlo, tal vez hubiera sido mejor si ayer se lo hubiera dicho, era en las personas que más confiaba. Y los necesitaba para vivir, igual que un pez necesita el agua para seguir luchado por sobrevivir, bonita comparación pensó. Ahora no servía de nada arrepentirse, escucharía lo que le tendrían que decir y tal vez les contaría la verdad. Cogió sus cosas, las metió en su cartera, se puso los cascos y salió de su casa.

Estaba distraída escuchando una de sus canciones favoritas, le revolvía muchos sentimientos, pero, en fin, eso era lo que significaba la música para ella, sentimientos.

Mientras caminaba, pudo ver varios carteles. Supuso que eran de su antiguo compañero, había desaparecido dias atrás. Lo último que se supo de él, fue que salió tarde del bar que solía frecuentar los martes por la noche, el Rock Coffe, un antro bastante bueno, si querías escuchar algo de música y beber hasta que no pudieras más.

Billy, como se llamaba el chico, era compañero de ella. Habían hablado un par de veces. Era un tipo bastante violento y maleducado, bastante conocido por su universidad.

Ella recordaba varias anécdotas suyas, pero entre ellas, la que más le llamó la atención, fue cuando llego muy borracho y malhumorado a la universidad. Empezó a pegar a otro compañero suyo. Billy sostenía un cuchillo y hubiera matado al otro chico, si no hubiera sido por la intervención de los profesores y alumnos que estaban allí. No recordaba bien la causa de su disputa, pero si que se le quedó grabada la cara del chico al que estaba atacando, estaba impasible, sin ápice de dolor o miedo alguno, si no hubiera sido porque tenía varias heridas que le sangraban, nadie hubiera intuido que ese chico estaba en medio de una pelea.

Billy, no era la clase de personas de ella, es más lo odiaba, no podía entender como alguien podía llegar a comportarse así. Pero, de todas formas, no le deseaba lo que fuera que le hubiera pasado.

No era raro que de vez en cuando desapareciera alguien. Nunca se descubría, porqué, cómo o quién las causaba. Era el gran misterio de su ciudad, la gente tenía mucho miedo. Había varias teorías y entre las más disparatadas, estaban los espíritus o monstruos. Se suponía, que ellos raptaban a la gente para comérsela. Era una teoría bastante estúpida, porque ellos no existían ¿no?

Lo que encontré en tus ojos "PAUSADA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora