𝑳𝑶𝑽𝑬𝑳𝒀 [𝑲𝒐𝒐𝒌𝒎𝒊𝒏]

𝚗 𝚒 𝚗 𝚎 𝚝 𝚎 𝚎 𝚗

Abrazados, ambos en silencio, callados por la incógnita de lo que pasaría, ambos escucharon cuando la lluvia comenzó de nuevo, esta vez era tranquila, casi silenciosa.

—¿Será la última lluvia? —preguntó Jimin.

—Creo que sí ... Esta es más tranquila, como si se estuviera despidiendo.

Jimin se acurrucó un poco más en su pecho, podía escuchar sus latidos, tranquilos, siempre tranquilos.

Lo admiraba, por siempre ser así.

—De alguna forma... No quiero irme, porque no sé qué pasará después, no sé si te voy a encontrar.

—Si no me encuentras yo te encontraré, lo prometo.

—Y además... No recuerdo nada, ¿Voy a entender algo del mundo real?

—Quiero creer que al regresar... Vamos a tener nuestras memorias de nuevo —dijo—. Y sino, nos tendremos el uno al otro, Jimin.

El mayor alzó su rostro para dejar besos en el cuello de Jungkook, esperando que él entendiera, y claro que lo hizo, bajando hasta sus carnosos labios y besándolo con efusividad, sacándole suspiros a ambos.

El menor abrazaba la cintura del mayor, pegando sus cuerpos, Jimin tomaba el rostro de Jungkook, manteniendo sus rostros unidos, separándolos cuando tenía que respirar, en un beso que se hizo desesperado y hambriento, Jungkook fue quien lo detuvo, mirando los hinchados labios del mayor y sus ojos con algunas lágrimas, sus mejillas encendidas, respirando rápido.

—Jimin... Esto es en show, en vivo posiblemente... No sé cuántas personas nos están viendo.

Jimin rió, casi fue inocente.

—Jungkook, te censuraron el culo cuando fue el incendio. Van a cortar en cuanto meta las manos debajo de tu camisa —dijo, y como si estuviera probando su argumento, colocó sus manos sobre su abdomen, haciendo que Jungkook sintiera un escalofrío.

—Jimin... No sé si quiero arriesgarme a que el mundo vea mi... —dio una rápida mirada hacia abajo y Jimin no dudo en entender de qué hablaba.

—Yo creo que les gustaría —dijo, mordiendo su labio inferior.

Jungkook se ruborizó de vergüenza.

—Jimin, no.

—Jimin, sí —se burló el mayor, con una risa, y de un movimiento los giró y él quedó sobre él, sentado sobre su entrepierna—. Lo siento, pero no quiero despertar, ver que no estás y quedarme con las ganas de hacerlo.

Jungkook lo pensó un segundo en silencio, hasta que acomodó sus manos sobre las caderas de Jimin.

–Sólo una vez —dijo, casi susurrando, a lo que Jimin había sonreído ampliamente, como un niño cuando le dan un dulce, y metió las manos debajo de su camisa, en el mismo momento, las luces se apagaron, dejándolos más en la oscuridad de lo que ellos consideraban su noche.