Cap 37

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Narra narradora. 

Otra vez frente a su contraparte, en una lucha aparentemente sin fin aparente, sus ropas rasgadas y sus cuerpos bañados en sudor, se miraban como fieras heridas. 

A su alrededor pura destrucción y desolación a excepción de una nave y un portal.  El universo completo colapso a causa de las ondas de poder que emanaban de sus golpes,  a causa de eso no había oxigeno, o gravedad. 

Llegaron a un punto en que el oxigeno de sus pulmones no alcanzaba y agonizaban momentáneamente,  siendo inmortales su tiempo de vida se reiniciaba y volvían a tenerlo, pero cada que pasaba su pelea se pausaba por varios minutos en los que solamente flotaban a la deriva entre escombros y polvo. 

Ese tiempo alcanzo para que el supremo Caio-sama Shin les prestara sus pendientes  potara a Zamasu y Black, estos se fusionaron como ultimo recurso a pedido de Seno-sama, las pequeñas, pero poderosas deidades prestaron su poder a ambos seres que partieron en la batalla. 

Aprovecharon el que se encontraban en ese pequeño intervalo de regeneración y la destruyeron, no la mataron, pues era imposible, pero si cortaron su cuerpo y lo cerraron en contenedores.  

Nunca volvería a regenerarse, pero seguiría con vida asta que algún día si es que lo hacia escapara. El problema fue, que cuando ella fue sellada en los contenedores tn nunca despertó, ¿acaso ella estaba vinculada al enemigo?, ¿despertaría siquiera cuando la llamaran, la sacudieran o mojaran su rostro?, no, seguía igual, pasaban los días, los meces y los años, en los que todo volvía a ser como antes gracias al gran sacerdote. 

Los universos fueron reestablecidos, los seres vivos, los dioses asesinados,  los mundos del mas allá y toda la existencia en si. 

Tn fue llevada a una habitación del palacio de Seno-sama  para ser vigilada, varios fueron los que la visitaron para ver su estado, muchas veces, pero nunca había un cambio, siempre permanecía tal cual como en el día de la batalla. 

Todos la creían muerta, pues esta no hacia amago de respirar, sus pupilas blancas como las de un animal siego y su partes de su cuerpo que no crecían, uñas o el cabello. Si no se descomponía lo asimilaban a que esta se le retribuía el cargo de deidad. 

Zamasu nunca pudo deshacerse de la fusión , pues siendo supremos caio-sama en desarrollo de todas formas tenían prácticamente todas las cualidades de uno capacitado.  Tomaron juntos el puesto oficialmente tras la muerte del supremo Gowas  y se hicieron cargo del universo. 

Paseaba por los largos pasillos del templo cuando un zumbido en sus oídos llamo su atención, se tambaleo levemente y se fue de espaldas al suelo, ese mareo repentino lo dejo resoplando con angustia, un calor extraño envolvió su pecho  y comenzó a sudar frio. 

Miro el dedo donde aun descansaba ese anillo, parecía quemarle la piel asta dejar ver el hueso, sangre de un tono anormal emano de esa abertura que causaba repugnancia de solo ver y... entonces... 

Se incorporo en la cama, sudaba frio, palpo la cama inconscientemente y se dio cuenta que estaba húmeda he hirviendo por su calor corporal. Miro su dedo anular tratando de regular su respiración y se calmo tras verificar seguía entero y sano. 

Poniéndose los zapatos se preparo con un chasquido y salió de la habitación, fue asta la mesita bajo el gran árbol sagrado y se quedo ahí meditabundo a la luz de la luna como otras miles de veces en esos cinco años. Cuando amaneció  se dispuso a cumplir con las tareas  diarias, limpiar, alimentar a los animales y mantener el jardín, luego de eso como todos los días se sentó frente a la bola de cristal para seguir con la repetitiva rutina. 

zamas x tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora