Capítulo 5: Consecuencias del pasado

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La situación parecía ir de mal en peor:

El equipo a cargo de Charlie había recibido una amonestación de manera injusta por los eventos vividos recientemente, la Sand Golden, el sumamente escaso mineral por el que habían acudido a las montañas heladas parecía haberse desvanecido misteriosamente, pues ninguno de los contenedores que diseñaron para su guardado se encontraban con algo en su interior, sin mencionar que dos de sus colegas y amigos más cercanos se encontraban totalmente inhabilitados para continuar laborando, una internada en el área médica, y otro cuyo lugar no se tenía ni la menor idea.

Todos esos momentos desmotivaron severamente a todos los involucrados, incluso algunos rumoreaban que había sido todo un milagro que el Sr. Y no los hubiera echado de su trabajo, pues sabían que estaba enterado de todo, pero no habían tenido respuesta por parte de él, al menos no de manera directa.

habían pasado dos días que parecían haberse hecho eternos, Charlie sentía que tenía que tomar un respiro entre turnos para poder controlarse emocionalmente, pues ahora no se encontraban las dos personas que eran el alma del equipo: Zekiel siempre encontraba la manera de sacarle una sonrisa mientras Evelyn sabía escucharla cuando ocupaba hablar de manera más personal con alguien. Ahora ya no tenía a ninguno de los dos, mas que a Berek, quien compartían el mismo ánimo durante las horas de trabajo.

Los días de lluvia parecían haberse adelantado después del incidente, jamás había llovido tan intenso en mucho tiempo. Charlie, sin tener manera de desahogarse, salió un rato de las instalaciones y dejó empaparse con la lluvia, sintiendo y escuchando nada más que las gotas cayendo por su cara y resbalando por su cuello ocultando así algunas lagrimas que salían sin darse cuenta.

Berek por otro lado, había intentado internarse de lleno en el trabajo, pues con la fuente principal de energía perdida, llevaban meses de trabajo atrasado en un intento por modificar el proyecto como se tenía pensado en un principio.

En sus ratos libres, se encontraba analizando las fotografías que habían sido tomadas con el equipo de escalar de Evelyn, pues por políticas del lugar, debían de tener registro gráfico de toda expedición (el de Zekiel parecía haberse incinerado debido a una exposición intensa de corrientes eléctricas) centrando su atención especialmente en las marcas que habían en las paredes de la cueva a la que entraron, mismas paredes que colapsaron después de que Zekiel se haya convertido en una especie de masa intangible de energía.

Sin muchas oportunidades de poder interpretarlos, decidió salir del trabajo e irse con un viejo conocido de él: solía conocerlo como el Señor Gregor, un arqueólogo retirado que se dedicaba a cuidar de las exhibiciones del museo de historia.

Berek no tuvo problemas en encontrarlo, pues podía reconocer su enorme estómago y cara robusta en cualquier lado.

― BEREK!! que gusto me da verte― Dijo Gregor con una voz rasposa pero simpática y una sonrisa ancha, corriendo a como le permitían sus piernas rechonchas y viejas.

Para Berek, el señor Gregor era lo más cercano a un abuelo,  quien lo incentivaba a buscar aquello que más amaba, lo cual era ser inventor, curiosamente, Gregor lo veía a él como al hijo que alguna vez tuvo, siempre tan soñador como él, lo había perdido en un accidente de trabajo, cosa que nunca le gustó hablar de ello desde entonces; se enorgulleció demasiado cuando se enteró que Berek era becario en uno de los lugares de mayor prestigio en el continente.

―También me da gusto de verte Gregor― Le respondió sonriendo como nunca lo había hecho en los últimos días― Perdón que te interrumpa en tu trabajo, pero necesito tu ayuda para interpretar ciertos códigos― Dijo mostrándole la carpeta que había traído consigo.

La luz de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora