6|Tocar fondo.

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Dedicado a vanevaleww 🦋

—Ni de coña me alojaré en un puto motel de mala muerte, ¿sabes cuantas bacterias se alojan en el baño o la cama? —cuestiono dándole la espalda rumbo al coche —

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—Ni de coña me alojaré en un puto motel de mala muerte, ¿sabes cuantas bacterias se alojan en el baño o la cama? —cuestiono dándole la espalda rumbo al coche —. No quiero contraer infecciones en un lugar donde de seguro no esterilizan las habitaciones, encontraremos algo mejor.

El cansancio está presente en cada parte de mis músculos, llevo un día entero conduciendo sin parar luego de una mala racha yendo de casa en casa preguntando por los Reznar. Al parecer se esfumaron sin dejar rastro alguno como de repente se los hubiera tragado la tierra luego de vender la mansión.

Salimos de Álamos antes del ocaso y ahora mismo no siento ni el culo. Seguro se ha deformado de tanto permanecer sentada tras el volante.

Debo tener una pinta horrible, necesito ducharme y comer mucho si quiero tranquilizar mi humor de perro rabioso y castroso.

—Es lo único que tenemos de paso —responde a mis espaldas. Blanqueo los ojos y elevo la cabeza al cielo oscuro lleno de estrellas —. Mako —recalca mi nombre —. ¿Puedes mirarme?

—Que te jodan.

No voy arriesgar mi salud. ¿Acaso no sabe que de tan solo tocar la cama los gérmenes se adhieren a la piel como garrapatas? Es asqueroso y sé perfectamente que no lo hace para fastidiar, pero mi respuesta es NO.

Voy a dormir en mi coche, pero primero iré por mi cena.

Nos hemos detenido en una pequeña comisaria que no rebasa los 400 habitantes según el cartel de bienvenida grafiteado. Hay una estación de gas y la cafetería que no se veía en malas condiciones cuando le eché el ojo al pasar.

Hanssen está cabreado, no lo dice, pero se ve reflejado en su expresión desde que dejamos el pueblo donde pasó una corta parte de su vida.

—Pareces salida del manicomio con esa actitud —comenta deteniéndose a mi lado.

—Me pongo en modo perra al estar cansada y muerta de hambre —me cruzo de brazos inflando el pecho. Deslizo los ojos del cielo hacia él —. Me comería un avestruz ahora mismo.

—Vale, si encuentras un hotel de cinco estrellas en medio de la nada me avisas, seguro así estará más cómoda su majestad —espeta secamente —. Yo me iré por mi lado.

Le cortaré las pelotas si me sigue picando.

Se da media vuelta para regresar al motel que a simple vista debe ser el favorito para los amantes que tienen ganas de darse como a cajón que no cierra, puaj.

—Ni siquiera tienes dinero —le recuerdo con una sonrisa triunfante sin mirarle.

Le escucho pararse en seco y maldecir en ruso al percatarse que tengo la razón. Los dos estamos de mal humor a consecuencia del cansancio.

Un deseo prohibido #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora