Prólogo.

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Una batalla como ninguna se estaba llevando a cabo en lo más alto de una montaña dónde lo que antes era un lugar hermoso rebosante de naturaleza y vida ahora solo quedaba vestigios de esta misma, y como remplazo esta un paramo destrozado y con manchas de sangre.

Pero en la base de esta misma se podía ver unas cuantas personas las cuales estaban en pésimas condiciones, y que a simple vista se notaba que avían terminado de luchar y solo les quedaba atender sus heridas y juntas a sus caídos en batalla.

– Cómo es que nunca podemos tener un tiempo de paz y tranquilidad. – se quejaría un joven de ojos color verde mar de cabello negro mientras era atendido por una joven rubia.

– Para serte honestas sesos de alga nuestras vidas nunca han tenido algo de paz y tranquilidad. – le contesto ella para verlo a los ojos y dejar ver qué poseía unos ojos color gris tormenta los cuales pareciera que siempre estuvieran analizando su entorno.

– Lose, pero no sé cómo es posible que las cosas se hubieran puesto así de un momento para otro. – dijo, pero apenas terminó de decir eso el lugar se sacudió por una onda expansiva reciente.

Eso hizo que ambos vieran para la cima de la montaña y pudieran ver cómo rayos de color morado y ráfagas de color azul celeste se veían en lo más alto de esta.

– No sé, pero espero que el logré detener esto y podamos volver a casa todos juntos. – dijo para ver a los demás que los acompañaban y que estaba igual o en peor estado a ellos.

– No te preocupes listilla sé que el ganará y cumplirá su promesa de volver ya que el nunca rompe una promesa. – dijo para calmarla, pero aun así en los ojos de él se veía la preocupación.

Ella solo pudo asistir solo para voltear y volver a ver la cima de la montaña la cual se vio un rayo rojo salir disparado por los aires.

–"Mas te vale volver cabeza hueca". – pensó para aferrarse en un abrazo con su novio y tranquilizar su preocupación.

En lo alto de la montaña se escuchó el sonido del metal chocando por todos lados hasta que se detuvo por un breve momento. En el centro de un cráter se podía ver a dos personas respirando fuerte mente tratando de recuperar el aire en sus pulmones.

– Esto tiene que parar de una ver por todas. – dijo uno de ellos mientras se apoyaba en lo que parecía ser la punta de una lanza rota con una de sus manos la cual tenía un guante negro.

Este joven tenía la ropa rota dejando ver qué lo único se mantenía en un mejor estado eran sus pantalones ya que lo que era su camisa y capucha oscura que le cubría el rostro estaban hechos girones.

– Crees que esto va a parar ahora, estás completamente equivocado esto solo es el comienzo. – dijo para cargar de nuevo un joven de cabello negro con unos ojos que brillaban en un intenso color morado.

Ambos volvieron a comenzar su enfrentamiento dejando en claro que estaban igualados tanto en habilidad como en fuerza, ambas armas chocaron generando una onda expansiva volviendo a separar a ambos.

– Este lugar será tu tumba viejo amigo. – dijo el azabache colocaba vertical mente su espada templaria, y esta misma era imbuida con rayos de color morado.

Al ver que su contrincante estaba preparando su ataque definitivo no tuvo otra que corresponder de la misma forma. Dejando que los vientos de color azul celeste surgieran sobre la punta de lanza rota que usaba como arma predilecta y sus ojos se conectaron fijamente para no perder de vista con su rival.

Azul grisáceo y morado se conectaron y marcando el inicio una piedra de los escombros callo, la cual marco el inicio y así ambos tomaron carrera, sin apartar la vista del uno del otro. Y sucedió el choque entre ambas armas volvió a sacudir el lugar con la energía generada provocando otra onda expansiva y un temblor mucho más fuerte que los anteriores.

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