Capitulo 3

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Hijos

- Padre – dijo intentando verse seguro de sí mismo.

Imperio Español empezó a acercarse, entre más cerca estaba, mejor podía apreciar a los niños... Y el cuerpo de Mexica.

- La mataste – dijo con notable alegría.

- No, no la he matado, nunca habría sido capaz de hacerlo – dijo con lágrimas en los ojos.

- ¿Entonces? – preguntó levantando una ceja.

- Por la viruela –

- Igual sirve – se encogió de hombros. – Ahora, ¿Y esos niños? ¿No piensas matarlos? –

Rápidamente, España escondió más a Tenochtitlan y a Metztli, no pensaba permitir que su padre les hiciera daño. Se lo prometió a Mexica.

- Ya veo – empezó a acercarse.

- No te acerques a ellos – advirtió.

- ¿Por qué no? – se seguía acercando.

- Porque no te permitiré hacerles daño – dijo seguro.

- Entonces todo era cierto – dijo casi en un susurro.

España se preocupaba por lo que sea que le fuera a decir su padre, seguro no era nada bueno.

- Entonces esa... Niña... Es tu hija – dijo enojo y desprecio.

- ¿Y si así fuera cuál es el problema? – dijo dispuesto a defender a su hija.

- ¿Es tu hija o no? – preguntó desesperado.

- Sí, es mi hija – lo retó con la mirada.

- Pero él no es tu hijo – señaló a Tenochtitlan.

- No, pero no te permitiré hacerle daño – aseguró la protección que le daba a Tenochtitlan.

- Has caído tan bajo – dijo decepcionado.

Después de largas horas, España logró convencer a su padre de que no les hiciera daño a los niños.

Luego, los cuatro salieron del templo en el que se encontraban, España con Mexica en Brazos. Tenochtitlan caminaba con Metztli agarrada a su mano mientras él se agarraba de la ropa de España.

Tenochtitlan no se alejó en ningún momento de España, Azteca siempre le enseñó que las personas nuevas no siempre son de fiar, e Imperio Español no le agradaba para nada. Él estaba consiente de que en algún momento España tendría que dejarlos solos con Imperio, pero él se aseguraría de cuidar a su hermana, nunca dejaría que le pasara nada.

Cuando llegaron al lugar en donde los españoles se estaban estableciendo, Imperio dio la noticia a sus hombres de que ya no había nada que les impidiera establecerse en la zona de los mexicas.

Todos, al escuchar la noticia, empezaron a beber para festejar que habían logrado su cometido.

En un lugar no tan lejano, España se encontraba con Metztli y Tenochtitlan explicándoles algunas cosas.

- De ahora en adelante, yo los voy a cuidar, y tienen que obedecer todo lo que les diga para que nadie les haga daño – dijo mientras les daba un poco de comida.

España miraba con cierta nostalgia a los niños, no podía evitar no ver a Mexica reflejada en ellos.

- Señor España – habló Tenochtitlan.

- ¿Qué pasa? – le prestó toda su atención.

- ¿Hay algo que pueda hacer para que no tenga problemas con su padre? – preguntó preocupado.

Antes patria que partidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora