Parte 1

3 0 0
                                    

Posiblemente al terminar de leer este relato, su contenido parezca distante a la verdad y su interpretación sea catalogada fantasiosa, al igual que en su momento la incredulidad me hizo discernir, como una superstición más de los Andes peruanos, que se transmiten por generaciones de manera oral, tan solo para ahuyentar a los extraños; como era mi caso al convertirme en obrero de aquella mina recién descubierta.

Mientras cavábamos una nueva grieta, Ramón se detuvo de repente, diciendo que tomáramos una nueva dirección, porque acababa de escuchar al Muqui; grande fue mi sorpresa cuando vi que los demás obedecían sin cuestionarle. Mis dudas sobre este hecho no se hicieron esperar, al igual que sus respuestas, pero en un tono muy bajo; decían que cada cerro con riqueza mineral la habitaba un Muqui, una criatura de apariencia anciana y estatura infantil, que merodeaba este tipo de socavones cuando tenía visitantes, con intención de entablar amistad y guiarlos a sus más preciados tesoros, sin detallar el costo por ello. Vicente dijo verlo alguna vez, él lo describió como un niño que solo buscaba jugar, en ocasiones les escondía sus herramientas, o terminaba con la comida que llevaban; Ramón agregó una vez más, dándole razón a ese testimonio, pero en su caso solo había llegado a oírlo, como un silbido proveniente desde lo más profundo de la oscuridad, o también escucharlo correr, en pequeños pasos tan cercanos como invisibles, pero recalcaba haber tenido fortuna al percibirlo, ya que por las maquinarias tan ruidosas con la que se trabajaba, esos peculiares sonidos se perdían con facilidad.   

Un silbido entre la oscuridad (Cuento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora