- El cuerpo es nuestro vehículo, no es tan rápido como un auto de fórmula 1, pero tiene sus encantos
- Como usted - ¿Quién dijo eso? Debo confesar que es gracioso. Un poco. Sonrío, un poco
- Así como cuidamos un carro, lo llevamos a lavar y encerar, debemos cuidarnos a nosotros. Comer bien, cuidar el interior, como lo hacemos poniendo aromatizantes y lavando los tapetes.
- Puede cuidarme a mi- Esa parte no es graciosa. Ni siquiera quiero que me cuide, es un hombre de 63 años.
- Y cuidar un carro no es tenerlo en el garage sin encenderlo para no gastarlo. Si dejamos a nuestro cuerpo sin gastarse, después se atrofia, no sirve, ya no va a respondernos.
- Entonces gastémoslo. - Eso ya no es gracioso. ¿Por qué no para? Se está volviendo incómodo. Me retuerzo en el asiento. ¿De donde viene eso? Si lo dijera en voz alta, algunos se reirían y me ganaría unos cachetes rojos de vergüenza y de los golpes de mi mamá por el reporte que me pondrían. No es algo que yo quiero ¿Por qué lo quiero decir?
Como sea. Duró un rato, sí, pero seguro vi demasiada televisión, probablemente me dormí viendo la televisión y terminé escuchando uno de esos canales que se vuelven obscenos después de las 12.Suena el timbre de la salida. Supongo que me salvó la campana de decir algo indebido. Mamá está en la entrada, esperándome como siempre.
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Toc toc
Spiritual- Toc toc -¿Quien es? - Hay una mirilla en tu puerta ¿No me ves? - No tengo ojos