84- King's Cross

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Yacía boca bajo tirada en piso, oyendo el silencio.

Estaba sola.

Nadie me miraba.

Había muerto.

Sentía el tacto de el suelo y el lugar donde estaba, parecía ser real, duro y sólido, me dolía estar boca bajo.

Abri los ojos.

El lugar era como una neblina, pero no como nubes de vapor o vapor de fuego, si no parecía aún no ser completado.

El suelo era de color blanco, no era caliente ni frío, solo aguantaba mi peso, y parecía ser un camino largo.

Me senté poniendo la mano en el suelo.

Podía darme cuenta que mi túnica había desapareció.

Harry camino hacia mí, frunciendo el ceño con confusión, no llevaba gafas ni su túnica. Me sentía desnuda pero no lo estaba.

—¿Claire? —preguntó confundido— ¿estás bien?, ¿no te hizo nada?

—Eso creo... la verdad es que fue rápido. Ahora ni siquiera me siento cansada.

Me levanté.

Los débiles golpes de algo que se agitaba, se sacudía y forcejeaba.

Era un ruidito lastimero, y sin embargo un poco indecoroso.

Con tan solo mirar el lugar detectaba cosas, entre ellas una enorme techo abovedado de cristal que relucía bañado por el sol.

Parecía un palacio.

Por mí mente paso el purgatorio.

Todo continuaba quieto y silencioso, con la única excepción de aquellos golpecitos y quejidos provenientes de algún lugar cercano que la neblina le impedía situar...

Me di la vuelta, había un amplio espacio abierto, limpio y reluciente, una sala mucho más grande que el Gran Comedor, rematada por aquel transparente techo abovedado.

El lugar estaba casi vacío, solo Harry y yo estamos ahí, excepto...

En el suelo, había algo parecido a un niño pequeño, desnudo y se hallaba acurrucado en el.

Estaba en carne viva, al parecer desollado.

Yacía estremeciéndose bajo la silla donde lo habían dejado, como si fuera algo indeseado, algo que había que apartar de la vista.

No obstante, intentaba respirar.

Me daba miedo.

Harry se acercó a él.

—No pueden ayudarlo.

Ambos nos dimos vuelta.

Albus Dumbledore caminaba hacia nosotros, muy ágil y erguido, vistiendo una larga y amplia túnica azul oscuro.

—Harry, Claire.

Dumbledore tendió los brazos abiertos, y tenía ambas manos enteras, blancas e intactas.

—Harry, eres un chico maravilloso. Un hombre valiente, muy valiente. Tú, Claire, una chica osada, realmente osada y sobre todo hábil. Vamos a dar un paseo.

Lo seguí.

Dumbledore se alejaba a grandes zancadas del lugar donde yacía el desollado niño gimoteando, hasta tres sillas olocadas a cierta distancia bajo el alto y reluciente techo.

Dumbledore se sentó en una de ellas y Harry lo imitó. Me senté en medio.

Dumbledore tenía la misma cabellera y la barba largas y plateadas, los penetrantes ojos azules tras los lentes de media luna, la torcida nariz.

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora