La Vampumana(CERRADA TEMPORALMENTE)

Capítulo 2

Me despierto por el sonido de alguien tocando la puerta. Perezosamente voy abriendo los ojos y me fijo en la hora del reloj que cuelga en la pared. Las ocho de la tarde. He dormido justo tres horas.
Camino en dirección hacia la puerta y la abro. Delante mía se encuentra una chica de aspecto de tener mi edad, con el cabello naranja. Su piel es morena. Sus ojos son verde esmeralda, su nariz fina y los labios carnosos formando una sonrisa alegre como el Sol. Va vestida con una camiseta de tirantes amarilla, shorts blancos y chanclas rojas.
- Hola, tú debes de ser Elizabeth, ¿cierto? -Pregunta la chica.
- Sí -. Contesté con un tono algo nervioso.
- Pues, soy Kate Milkshen y seré tu guía, estoy en segundo año y espero que lleguemos a ser buenas amigas -. Explica muy sonriente. Yo solo me dedico a asentir.- ¿Ya has puesto en su sitio las maletas? -Pregunta de pronto. Niego. - Si quieres te ayudo.
- Claro, pasa -. Kate pasa dentro de la habitación y abre las maletas. Tardamos un rato en poner todo en su sitio pero al fin terminamos a las nueve y media.
- Ya es hora de cenar -, Indica Kate- tenemos que ir a la cafeteria. Ven.
Salimos de la habitación, también hay un montón de estudiantes saliendo de sus habitaciones. Algunos saludan a Kate y otros le dedican una sonrisa.
Al salir del edificio blanco, puedo divisar al fondo que hay, saliendo del edificio negro ceniza, vampiros.
Todos entramos apretujados en el edificio del medio y nos dirigimos a una especie de cafetería. Hay dos mesas largas con quinientos asientos cada uno. La mesa derecha es blanca, la nuestra, y la otra negra, la de los vampiros.
Me siento en una silla del extremo al lado de Kate. En la mesa hay un montón de comida. Empezamos a comer y después de un rato la voz del director nos interrumpe:
- Buenas noches, queridos alumnos -, empieza diciendo- tenemos nuevos alumnos este año, para ser exactos quinientos; doscientos veinticinco vampiros y otros doscientos veinticinco humanos. El primer año se compone de diez clases con cincuenta alumnos en cada una. El segundo año se compone de seis clases con cincuenta estudiantes en ellas. Y, por último, el tercer año hay cuatro clases con también cincuenta alumnos en cada. Al final sólo pasarán cien de los de tercer año. Sólo los de mayor calificación podrán llegar a tener un futuro. Ya pueden continuar con su cena, buenas noches.
Murmullos aparecen de los alumnos que se encuentran a mi alrededor. Me he quedado de piedra. ¿Cómo que al final de los tres años sólo quedarán cien? ¿Acaso los van echando conforme pasan los cursos? Mis nervios deberiron de ser muy notorios ya que Kate pone su mano sobre mi hombro para tranquilizarme y susurra:
- Tranquila, seguro que pasas.
La cena pasa rápida y salimos de la cafeteria. Volvemos a nuestras respectivas habitaciones y caigo rendida sobre la cama. Y, sin poder evitarlo, caigo en un sueño profundo.

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Me despierto a causa de los rayos matutinos y cálidos del Sol. La noche anterior me dormí con la ropa de calle, por lo que, me duele un poco la espalda. Me dirijo al baño a asearme.
Después de higienizarme, me pongo una camisa blanca, shorts azules celeste y sandalias plateadas. Dejo mi cascada rubia suelta y me la peino un poco. Mis ojos azules zafiro se muestran alegres y mis labios rosados depositan una leve sonrisa.
Miro el reloj de la pared. Son las nueve de la mañana. La mayoría de los alumnos debe de estar durmiendo.
Cojo las llaves de la habitación y salgo. Bajo las escaleras y cruzo la puerta que lleva al exterior del edificio.
El cielo hoy se encuentra hermoso, sin ninguna nube que tape su belleza natural. Hacia ya bastante tiempo que no lo veía así. Tan bello y dulce. También solitario. Los pájaros ya no vuelan libremente como antes y eso me entristece. La guerra ocurrió cuando yo era aún pequeña. Pero aún recuerdo cuando los pájaros se encontraban transmitiendo esa libertad tan propia de ellos. Pero ahora, tienen miedo de salir, de morir.
Me acerco a un árbol marchito y lo acaricio. Mi mirada se vuelve triste y nostálgica. De pequeña amaba la naturaleza como hasta ahora. Pero en el presente sólo veo vegetación seca, demasiado muerta y muy marchita.
Me siento a los pies del árbol que hasta hace poco he acariciado y cierro mis párpados recordando los tiempos de mi infancia. Ahora tan distante, pero a la vez, muy cercana a mi pequeño corazón.
Me duele recordar el pasado, pero me parece imposible y sin sentido olvidarlo. Quiero que vuelvan los antiguos años que pasé felizmente y que todo vuelva a cobrar paz y armonía como casi siempre lo hubo.
No sé cuanto tiempo estuve ahí con los ojos cerrados, pero salgo de mi trance cuando la voz de Kate empezó a hablar.
- Al fin te encuentro -, Suena preocupada- hace un rato fui a tu habitación pero no estabas y te busqué por todas partes.
- Lo siento Kate -, Me disculpo con tristeza- me desperté temprano y como no podía volver a dormirme vine aquí a relajarme un poco.
- Está bien -, Dice no muy convencida- te estaba buscando porque te quería avisar de una fiesta secreta a media noche.
- ¿Fiesta? Me apunto -. Exclamo emocionada.
- Vale -. Ríe- Te he conseguido un vestido. A las cinco te pasas por mi habitación, es la 125, y nos arreglamos, y, de paso, te presento a algunas de mis amigas. Pero ahora vámonos que es la hora del almuerzo.
Me quedo perpleja, ¿tanto tiempo he estado sumida en mis pensamientos? Sabía que había pasado mucho tiempo, pero tampoco horas.
Kate me jala del brazo al ver que he caído en un pequeño trance a causa de su comentario y juntas nos dirigimos hacia el gran edificio del medio, donde, una vez en él nos dirigimos hacia la cafetería.
Siento un extraño presentimiento como si algo fuera a cambiar esta misma noche, pero lo dejo pasar. Deben de ser los nervios que fluyen por todo mi cuerpo. Lo único que debo saber es que debo disfrutar y nada ni nadie me lo va a impedir, que pase lo que tenga que pasar.