Capítulo 1

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La deslumbrante mañana extendió sus rayos bañando de luz la hermosa ciudad de Busán.

El incesante ruido de la ciudad y los autos despertaron de su perezoso sueño al rubio, quien con una carita rendida y el ceño ligeramente fruncido se removió entre las sabanas.

Asomando su manito de debajo de las sabanas Jimin tanteo con sus rechonchos deditos su celular sobre el mueble a un lado de su cama. Reviso la hora con un ojito apeas abierto y casi pego un grito cuando se percato que era pasado de las diez de la mañana, su madre iba a matarlo.

Tratando de desperezarse lo mejor posible aventando las sabanas lejos de su cuerpo y corriendo al baño, sin perder un minuto más se metió a la ducha y casi pega un nuevo grito al sentir el impacto del agua fría contra su sensible piel, odiaba las bajas temperaturas.

Minutos después con tan soló una toalla alrededor de su pequeña cintura entro a su habitación y busco un atuendo decente para su mañana, unos shorts de mezclilla azules y una polera a rayas eran una opción más que maravillosa, con dedicación seco su cuerpo y se observo en el espejo de cuerpo completo. Sonrió orgulloso ante su reflejo.

Jimin era verdaderamente hermoso, a sus apenas diecisiete años era ya un joven de sumo atractivo y gran popularidad, con sus hermosas medialunas y sus iris color miel, sus labios gruesos y pomposos, su cabello rubio brillante, piel clara, figura delicada y esbelta, además de una personalidad tan tierna y carismática, sin duda alguna un completo encanto.

Dándose una tierna sonrisita a si mismo, peino un poco su cabello y se encamino a la puerta. Le hecho un último vistazo a su desordenada habitación, ésta era bastante espaciosa y pintada de un pulcro color perla, con cortinas blancas en los lindos ventanales, y las paredes repletas de cuadros con fotos de paisajes de sus antiguos viajes, tan acogedora, aunque justo ahora no daba un muy buen aspecto pues tenía ropa tirada por todo el piso y sus útiles del colegio estaban regados por su escritorio, no podían culparlo por ello, había tenido días pesados muy asfixiantes y no tuvo tiempo de siquiera ordenar un poco, con un pequeño puchero en sus carnosos labios cerro la puerta tras él, era un completo desastre ahí adentro, esperaba que la servidumbre se encargara de limpiarlo al menos por esta vez, para ser sincero no era muy amante de que las personas ordenaran algo que era su responsabilidad, a su padre nunca le había gustado que fuera así, él solía decir que sin importar la posición en que estuviéramos, económicamente hablando una responsabilidad era exactamente eso, tuya y de nadie más.

Encogiéndose de hombros se encamino a la planta baja, sus juguetones pies bajaron de saltito los últimos escalones de la escalera, puso su mejor sonrisa y se encamino al comedor esperando correr con un poco suerte y no ser reprendido, después de todo no era una gran falta llegar un poquitito tarde.

—La impuntualidad es una falta de respeto muy grande y desafortunadamente también un habito bastante recurrente en ti—Formulo pasando la servilleta sobre sus rojos labios.

Si, no estaba de suerte hoy.

—Lo siento mamá, me quede dormido—Se excuso mientras tomaba asiento con la mirada puesta sobre la superficie de la mesa. ¿Por qué siempre tenía que estar de tal mal humor?.

—Siempre excusas, eres tan bueno en ello Jimin—Comentó poniéndose de pie. Le dio una breve mirada a su pequeño hijo antes de suspirar lentamente, resignada—Desayuna y vístete de manera decente, Tae pasara por ti al medio día, él te llevara a tu clase de piano.

Sin esperar una respuesta por parte de Jimin comino con elegancia hasta desaparecer del comedor.

—Un buen día para ti también mamá—Murmuró suspirando tristemente.

Your DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora