Prólogo

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La vida te da golpes cuando menos te lo esperas, y vaya golpes que me dio a mí.

No te preocupes, no son golpes reales. Yo también me asusté cuando me mencionaron "Golpes..." o espero no ser la única, en fin...

Desde pequeña mis papás trabajaban demasiado y antes de que se pregunten, no, no descuidaron a sus hijos para nada. A pesar de que algunas veces contrataban a niñeras para que cuidaran de mi hermana y de mí, ellos también estaban con nosotros la mayor parte del día.

El trabajo los consumía aunque no quisieran y al pasar de los años los trasladaban a otras ciudades. Por lo cual, teníamos que mudarnos cada tanto tiempo y eso significaba dos cosas:

1= Un nuevo lugar por conocer
2= Nuevos... ¿Amigos?

Fue difícil los primeros meses, contando que tenía 10 años. Pero poco a poco tuve que acostumbrarme hasta llegue a pensar que era inútil hacer amigos, porque al fin y acabo algún día me iría y no volvería a saber de ellos.

Antes de volver a mudarme al que sería mi "definitivo hogar" y el que había sido de pequeña, tuve mucho miedo.

No de una sola cosa, sino de muchas.

No encajar era una de ellas, que opinaran cosas de mí que no eran. Y por mucho que tuviese ganas de tener amigos con los cuales tener lindos recuerdos, sabía que iba a ser difícil.

Desde pequeña con la única persona que entablé una amistad fue con mi prima, se convirtió en mi mejor amiga a pesar de la distancia.

Agregaría a mi hermana, pero ella siempre me hacía saber que a pesar de únicamente un año de diferencia entre ella y yo, no teníamos mucho en común y sería imposible tener una amistad. Y yo siempre, como hermana menor, iba tras ella para tratar de ser su amiga y jugar.

Nunca lo logré, por lo cual solamente tenía a mi mejor amiga.

En segundo año de secundaria tuve muchos problemas, pero era defenderme o seguir escuchando palabras hirientes. Me comparaban con mi hermana, incluso con mi propia madre.

Hubiera dejado serlos, pero nunca eran cosas lindas. Me hacían sentir inútil y cero talentosa a diferencia de ellas dos.

Desde entonces he cometido el error de hacer cosas que no me gustan ni me apasionan, nada más para que las personas dejen de hablar.

Me metí a clases de danza a los doce años, no era tan buena como mi hermana o como mi mamá lo fue en su momento, pero estaba haciendo mi mejor esfuerzo.

Pensé que con eso todas esas bocas se cerrarían pero fue peor.

Y continuando con cosas felices o bueno... supongo que felices.

Antes de agregar la mejor parte, cabe mencionar que soy la hija menor, con padres con una relación muy linda y sobre todo sana. Aman mucho a sus dos únicas hijas, pero no las dejan tener un cachorro porque las consideran muy irresponsables para eso.

Bueno, lo último era innecesario mencionarlo.

Desde mis diez años comencé a tener pensamientos impuros, bueno... obviamente no tan impuros ¿Okay?

Digamos que miraba a los niños totalmente normales. Nada raro causaban en mí, tampoco tenía idea que ellos tenían que causar algo en mí.

Solo los veía como amigos o en mi concepto de personas comunes y corrientes.

Veamos, uno cuando es pequeño no se preocupa por nada en absoluto, solamente quiere divertirse con sus amigos, comer golosinas y disfrutar de su vida.

Mis Dos Primeros Amores © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora