El sol comenzaba a alumbrar, claramente que no a aquellos demonios que se resguardaban de su luz en la fortaleza de su amo Muzan, ni tampoco llegaba hasta la ladrona que estaba confinada en una habitación blanca con diseños de flores de Sakura en las paredes, y nada más que un futón y un armario. Estaba mirando fijamente al demonio que estaba encargado de vigilarla. Nada más ni nada menos que la primera luna superior.
—Si giñas el ojo, lo haces solo con uno o con 3?— preguntó la joven que estaba sentada sobre el piso limpiando su katana, justo en frente del demonio al que había pertenecido alguna vez, obviamente no tuvo respuesta, pero el aura del demonio lo decía todo, la quería matar en cuanto Kibutsuji lo permitiera.
Sin duda estada deseoso de matar a esa pequeña mocosa pero había algo que lo restringía, le habían prohibido acercarse más de 3 o cruzar palabra metros a menos de que ella intentará escaparse, así que solo estaba esperando a que huyera para matarla "accidentalmente". Pero la ladrona era despistada, no tonta, y sabía que la mejor jugada era portarse bien por el momento y esperar el momento exacto en el que pudiera cumplir 3 condiciones:
1. Irse sin dejar rastro para que no puedan seguirla.
2. Conocer bien la ruta de escape para que sea imposible atraparla por un descuido y saber la hora para escapar de día.
3. Llevarse sus katanas sin un solo rasguño.
Era necesario, ya qué si no cumplía una de las dos primeras no lograría salir viva de su escape, y aunque la tercera quizás no era tan relevante seguía entre sus prioridades.
—Tengo mucha hambre, puedo comer algo?— preguntó la albina con un tono tierno más falso que los pechos de la señora del puesto de dangos.
La luna lunera, digo, la luna superior siguió vigilandola sin responder a nada, su trabajo era cuidar que no escapara, no ser su niñero.
—Sabes... en lo personal no me gusta la empuñadura... es rígida y se nota que estaba mal cuidada antes de llegar a mis manitas?— y tomó la katana con ambas manos y una sonrisa siniestra en el rostro.
Se salió con la suya de inmediato.
—Aleja tus puercas manos de humana de mi bebé! Como qué mal cuidada?! La limpio 3 veces al día! Siempre está pulida e impecable, tanto que brilla! Y la empuñadura es perfecta y muy suave! Es preciosa y...!— y pues finalmente había dado con su talón de Aquiles, el peli-rojo estaba exaltado y le reclamaba sin parar todos los insultos hacia su katana.
Tal vez no tenía comida, pero si encontró a otro amante de las katanas y un buen rato de diversión y charla.
Unos minutos después un azabache abrió la puerta de la celda de la ladrona, que en realidad fue la primera habitación que se encontró vacía, vaya sorpresa se encontró.• Narra Muzan •
Tanto Kokushibo como la ladrona estaban charlando amenamente sentados uno al lado del otro como si fueran amigos de toda la vida y en la pared estaba escrito con sangre: "Bivan laz catanaz!", la verdad no sé sí la más herida fue la confianza que tengo en Kokushibou o mis ojos por las tremendas faltas ortográficas que estaban en la pared.
En cuanto notaron mi presencia dejaron de charlar.
—Quiero que me expliquen... QUE OCURRE AQUÍ?!?— grité molesto y la ladrona se paró frente a mí, y habló.
—Somos panas 🤝, si se siente solito se puede unir al club también, pero ocupa una katana, somos "los kataneros más pros de la fortaleza internacional y multidimensional y asociación que es un punto medio entre demonios y cazadores imbéciles", entiende?— dijo orgullosa de si misma.
—No me hago responsable de ese nombre, solo por la parte de cazadores imbéciles— dijo Kokushibou serio intentando apaciguar mi ira, aunque ya era demasiado tarde.
La sangre me hervía ante tanta estupidez concentrada tanto de parte de mi aliado como de mi prisionera, así que le ordené a Nakime que mandara a Kokushibo al bosque más lejano posible a matar cazadores aunque fuera de día, y a la ladrona la mandó directo a otra habitación fría y solitaria.
Paz y tranquilidad por fin.
° Narración normal °
La albina de ojos azules estaba tirada en el suelo con un aura depresiva, ese demonio la había tirado solita a una habitación y no tenía nada mejor que hacer que mirar el techo, además de que estaba hambrienta. Golpeaba la puerta y las paredes con una silla que había por ahí, pero nada, la silla ya tenía una pata menos y la habitación no tenía rasguño alguno.
—Mi pobre katana...se quedó solita en las sucias manos de ese demonio hijo de su demoniaca madre...si regreso y tiene un solo rasguño mi bebé le voy a robar hasta las tangas que no tiene— siguió refunfuñando un buen rato y caminando en círculos por el aposento y sabiendo a la perfección que no saldría de ahí pronto.
Quizás era una ladrona excepcional, pero su fuerza física dejaba demasiado que desear. No podía salir de ahí rompiendo la pared ni tampoco forzando una cerradura, dado que no había, simplemente la puerta no quería abrir por culpa del demonio del biwa.
De repente todo empezó a volverse negro para ella y cayó al piso inconsiente por la falta de alimento. Aunque el golpe en la cabeza que se llevó al caer fue aún más preocupante que el desmayó en sí.
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𝓟𝓮𝓺𝓾𝓮ñ𝓪 𝓛𝓪𝓭𝓻𝓸𝓷𝓪 ≈𝓜𝓾𝔃𝓪𝓷 𝓚𝓲𝓫𝓾𝓽𝓼𝓾𝓳𝓲 𝔂 𝓽ú≈
HumorRobar? Robar es un juego, y que juego más divertido que robarle al rey de los demonios? No es cazadora, ni tampoco un demonio, solo es una "Pequeña Ladrona". -¡Alguien atrapela de una vez!- gritó el rey de los demonios ante la constante molestia que...