Orfani Dépravation [YM]

number üks [1]

A los niños no les gusta leer, ni menos
aprender cosas nuevas, siempre dicen que es aburrido y divertido, siempre se concentran en sus muñecas o autos,
típico cliché de niños..
Park Jimin era todo lo contrario, aprendió a leer a sus tres años de vida, sin ayuda de adultos, siempre que lo veías era un ángel con las personas, educado, infantil como cualquier niño, servicial y buena persona.

hasta cierta edad..

– Jimin, ven aquí, faltan diez libros
en la biblioteca, dámelos en este
preciso instante. – La monja Ela.. una vieja insoportable, siempre con su
túnica, ese característico collar
de Jesús, sus manos arrugadas apretaban con fuerza mí brazo, mis lágrimas caen, yo siempre leo en la biblioteca, siempre tengo la culpa yo
de todo el caos en este estúpido orfanato.

Los niños de ahí me odian, nunca les hice absolutamente nada, ni un
maldito “hola” les he dicho.

Tan agobiante..

La monja buscaba en toda mí habitación, hasta en los lugares donde no podían caber ni de un milagro tantos libros.
bajo la cama, armarios, entre las ropas, todos los malditos lados, una estupidez.

– Más vale que aparezcan esos libros antes que llegue tu nuevo compañero de habitación, espero que tampoco lo contagies con tus rarezas, deja de llorar por amor a Jesucristo, amén.

– Madre Ela, discúlpeme, yo no tomé
esos libros, de seguro fueron Jess y sus amigos, ¡ellos siempre me molestan!

– Encima te haces el inocente y metes a niños normales en tu inconveniente de niño diabólico, esos libros te hacen mal, ¿crees que no me dí cuenta de las cosas que lees? son obras del diablo esas historias.

Siempre estoy pensando en como poder asesinar a esta vieja, cae demasiado mal, la odio con todo
mí ser, quiero quitarle la piel de su rostro y dárselas a los niños como máscaras de halloween, su rostro espanta hasta al hombre más
valiente de la Tierra.

¿Sabrá rica su sangre?

En los libros dicen que sabe rico..

Los asesinos que ví en los libros
dicen que sabe salado..

Empecé un plan para
asesinar a esa monja, sin papeles
ni escritura, no necesito esas porquerías, mí mente era más creativa que un simple papel y lápiz.
Cómo estaba castigado, no me dejaban ir a la biblioteca, total
mierda, veía hacia mí pared
arañando con mí dedo índice la
pintura seca color gris, escuché
como la puerta se abría dando
pasó a una monja nueva, era
bastante linda la verdad, ella
no podría tener la sangre salada.
Oh, venía acompañada, hay un chico..
¿mí compañero de habitación?
tiene cara de tonto, es lindo.

– Jimin, dulzura, él es tu nuevo
compañero de habitación, Yoongi,
dale algunas sábanas limpias que
tengas ¿sí? trátalo bien.

– Sí señorita Lesthet.

Puras mierdas, Jimin.. deja de ser
así de amable.
Eres un niño malo, no un
niño inocente.

– ¿Te llamas Jimin? – asentí confuso
mirándolo a los ojos, sus ojos
chiquitos eran raros, parecía un
felino, un felino feo.

– Sí, que tiene, tu te llamas Yoongi.

Respondí con obviedad a sus
palabras, dándole sus respectivas
sábanas, estaban sucias.

– Ya que seremos compañeros
de habitación, ¿Somos amigos?

– Nunca tuve amigos, ¿Cómo
podría tratarte? – Yoongi es raro,
¿por qué sería mí estúpido amigo?

– Tampoco tuve uno, ¿intentamos?
los amigos se tienen confianza
mutua, hablan de chicas lindas,
y hasta de pensamientos sexuales.

¿Sexuales? ¿En serio? que niño
más inútil. ¿Chicas? asqueroso,
luego de saber que ellas son
unas zorras ni pensar en ellas
podría.
¿Se podrá hablar de mis pensamientos?
No Jimin, no, nadie tiene que saberlo.
este tonto podría decirle a la
madre Ela.

– No me gustan las chicas, tampoco
estoy interesado en hablar de
porno contigo.