Introducción

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25 de julio de 1794

Durante la mayor parte del día, madame Guillotine cobraba a la sangre azul el precio de la venganza y el odio acumulados a través de los siglos.

Era conocido que, desde tempranas horas, la muchedumbre se reunía principalmente en la Place de la Grève donde se regocijaba en éxtasis al ver la cuchilla caer sobre los cuellos de la vieja noblesse y de los traidores a la Patria, los llamados «contrarrevolucionarios» que se oponían a los ideales del ciudadano Robespierre.

En Calais, dos sans-culottes se abrieron paso entre la multitud, dirigiéndose hacia Le Chat Gris, una posada propiedad del cascarrabias ciudadano Brogard, quien los esperaba junto a otros tres amigos. Los hombres entraron, ordenaron dos bebidas y se encaminaron hacia la mesa más escondida del lugar, ahí donde les esperaba aquel que consideraban más que un líder, el baronet Percival Blakeney.

—¿Y bien? —habló uno de los recién llegados, el hombre rubio de ojos claros.

—Me temo que tenemos el tiempo contado y lo único que hacemos es perderlo, queridos amigos —respondió Blakeney degustando de un platillo a base de cordero y vegetales.

—¿Cuándo fue juzgada? —preguntó un segundo a su lado, Andrew Ffoulkes, la mano derecha de Percy Blakeney.

—Aún no lo hacen. Chauvelin no es idiota. Utiliza a Marguerite para arrestarnos y enjuiciarnos ante el Tribunal.

—Al Tribunal no le interesamos, ni siquiera les importa nuestra causa. Es Robespierre el que ansía llevarnos a la guillotina tan pronto como pongamos un pie en París.

—Puede ser —respondió el líder llevándose un trozo de carne a la boca.

Brogard, el posadero regordete y calvo, se acercó a ellos; llevaba un mandil mugroso y la barba enmarañada. Percy le ordenó apartarse, algo que el hombre aceptó a regañadientes y sin dejar de refunfuñar.

Algo que no se le escapó a su líder fue la apariencia preocupada de uno de sus mejores hombres, a pesar de sus problemas con la bebida, sabía que podía confiar en él, no por nada lo había traído consigo a esa misión de rescate muy peligrosa.

La Cour de PiqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora