CAPÍTULO 2

24 3 0
                                        

"El secuestro inesperado"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"El secuestro inesperado"

—¡Daimon eres un pequeño príncipe guerrero! —Ella me levanto en los aires mostrándome el inmenso azul del cielo. —Y cuando crezcas serás el Rey de todo y serás un excelente líder.

—¡Y también acabaré con los monstruos! —Extendi mi espada por los aires, ella me bajo y me dejo reposar en el césped. —¡Oye quería seguir volando por los aires! —Me queje.

—Eres un príncipe bobo, no un dragón. —Dijo entre carcajadas y mientras se acostaba en el césped a mi lado, coloco su manos detrás de su cabeza, sus ojos se cerraron y suspiro. Si algo amaba ella era el aire libre.

—¡Niños ya basta de juegos vengan a comer! —Grito mi madre agitando su mano. —O los dejaré sin comida, Daimon me comeré tus fresas.

—Vamos, es hora de comer. —Me levante del césped con mi espda y di pequeños saltos de emoción.

Yo simplemente amaba esto.

Mi hermana se levantó con un sonrisa en la cara de oreja a oreja.

—Eres un pequeño glotón Daimon y cuando crescas serás un.....

Disparo.

El cuerpo de mi madre ensangrentado calló al suelo.

Mi corazón se detuvo y sentí que mi pequeño pecho se agrietaba de dolor.

—¡Corran hijos, los amo un mundo! —Grito antes de que una bala impactará su cerebro, un orificio rojo quedó a la vista y la sangre se expulsó con fuerza hacia el frente.

Desperté.

Frio.

Dolor.

Olor a cigarrillos.

Frío.

Dolor.

Olor a cigarrillos.

Fue lo primero que percibí cuando comenzaba a salir de la pesadez. Mi respiración era lenta y mi garganta estaba seca. Mi cabeza dolía y era presionada por algo firme, rústico y Frío. Estaba completamente rendido en una oscuridad infinita. Mi boca se encontraba abierta y dividida por una tela que me impedía hablar y mis quejidos tenían una capacidad sonora muy baja. Por más que intentaba no podía abrir los ojos, una cinta pegajosa mantenía mis párpados en su lugar.

¿Donde estaba?

¿Quienes eran ellos?

Fueron las primera preguntas que mi cerebro planteo.

EL SECUESTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora