No confiabas lo más mínimo en nosotros,
pretendías igualar mi pasado, y,
aunque en mi almohada sueño todos los días con tus brazos extendidos alrededor de mi cintura,
quizá ya no seas ese conquistador infinito del que me enamoré.
Ya no.
No confiabas lo más mínimo en nosotros,
pretendías igualar mi pasado, y,
aunque en mi almohada sueño todos los días con tus brazos extendidos alrededor de mi cintura,
quizá ya no seas ese conquistador infinito del que me enamoré.