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Fue como despertar de un largo sueño, pero no había dormido en absoluto.

Mis extremidades se sentían ligeras, los sonidos no eran más que un montón de susurros y exclamaciones bajas, mi vista se aclaró apenas abrí los ojos. Pero desearía no haberlo hecho.

Enseguida, los ruidos cobraron forma y los oía con claridad, las palabras pasaron de ser terribles nudos entre ellas para volverse tan claras como el agua.

Había una multitud delante a mí, todos mirando hacia enfrente. El sonido de las cámaras tomando fotos me advertía de los posibles periodistas.

—Por favor, les pido se retiren —dijo un hombre, que cuando alcancé a verlo, se trataba de un policía —No pueden estar aquí.

¿Un policía?

Rápidamente me puse de pie y sacudí mi ropa. ¿Qué hacía yo en el suelo? ¿Por qué no me decían nada? Mis ojos viajaron por el lugar, me sorprendí al darme cuenta de que estaba en una biblioteca... ¿Una biblioteca? Yo no era gran fan de los libros ¿Qué rayos estaba haciendo aquí?

Me acerqué a la multitud, intentando no chocar con las personas y pasar un poco desapercibido. Quizás pensarían que era un vago dormido en el medio del edificio. Pero nadie me decía nada, ni siquiera me miraban.

Poco a poco la gente se disipó por órdenes de las autoridades, lo que me dejó en el medio.

Y entonces, lo ví. Me ví.

Era yo, pero estaba tirado en el suelo con la cabeza hacia un lado, la vista perdida, los ojos sin brillo. Y había sangre alrededor.

Preso del pánico, toqué mi ropa, mis brazos, mi cara, pero yo seguía sintiendo mi tacto.vñ No estaba herido ni tampoco tenía manchas de sangre ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era esto? ¿Por qué estaba tirado en el suelo?

Los policías cubrieron el cuerpo, mi cuerpo, con una manta blanca antes de meterlo en una bolsa negra.

No, no, no, no, retrocedí asustado, mi respiración se había vuelto agitada pero no sentía los latidos de mi corazón. La presencia de una persona detrás mío me avisó que chocaría contra él si no me quitaba, pero no sucedió. El policía pasó sobre mí sin problemas y yo caí de nuevo al suelo.

Grité escandalizado. ¿Qué había pasado? Volví a mirar mi cuerpo, pero estaba intacto, yo estaba ahí ¿por qué me atravesó?

Nadie se giró en mi dirección cuando grité.

Me puse de pie y salí corriendo de la escena.

No importaba cuanta gente me topara, ellos pasaban sobre mí como si fuera aire, pero yo me aterraba cada vez que sucedía. Finalmente encontré las puertas y me lancé hacia ellas para salir. Mi frente se dio de lleno contra la madera, no hubo sonido de choque.

¿Qué? ¿Qué rayos era esto?

Palpé la puerta, sintiendo su dura textura y hasta lo ligeramente resbaloso de la superficie, prueba de que lo habían limpiado recientemente. ¿Por qué no salía? ¿Tenía seguro? ¿Tenía llave?

Una señora pasó junto a mí y empujó la puerta para salir sin problemas.

La cabeza comenzó a darme vueltas, todo era demasiado confuso y no estaba entendiendo nada. Seguía sucediendo una cosa tras otra y apenas si lograba entender nada.

Mi cuerpo... ¿Qué hacía en el suelo?

No, me negaba a creer lo que estaba sospechando, no podía, no podía.

Tenía cosas que hacer, todavía debía de llevarle a mamá la verdura que me encargó, debía de llevar a mi hermana a la escuela mañana. ¿Mañana? Ni siquiera sabía que día era.

En un rápido vistazo, divisé el calendario colgado en la pared, me acerqué a él e intenté tomarlo en mis manos, pero el pequeño objeto se mantuvo en su lugar. Grité de nuevo, desesperado.

No podía hacer nada, ni tomar un maldito pedazo de papel.

Esperé a calmarme un poco, no del todo, la impresión de lo que estaba pasando era demasiado para darle un par de minutos. Pero no sabía que día fue ayer ¿Cómo sabre que día es hoy?

Piensa, Jerry, piensa ¡maldita sea!

La última fecha que recuerdo, fue ir a la escuela a dejar una tarea que me había pedido un maestro, y como suelo dejar todo a última hora, lo entregué el ultimo día. Fue Jueves 14.

¿Entonces hoy era 15? Debía ser Viernes 15.

Escuché el sonido de las ruedas y lo primero que pensé fue en una camilla. Además de las voces fuertes de varias personas pidiendo que se alejaran del camino.

Y pasaron frente a mí.

Un grupo de seis policías rodeando la camilla que llevaba una bolsa negra. Desde mi posición pude ver el rostro, la triste expresión que llevaba. La tonalidad pálida de su piel, a pesar de tener un par de moretones en la cara. Y sin duda, reconocí mi lugar bajo mi ojo izquierdo.

La realidad cayó sobre mí como concreto, pesada e imposible de quitar de encima.

No sabía cómo sucedió, ni qué me causó esos moretones. Pero era obvio que fue una persona, alguien lo hizo y no sabía quién era.

Alguien me mató.

Y no podía encontrarlo ni buscarlo, pues me encontraba encerrado en el mismo lugar donde morí.

-karimodelarosa.

Aaaahhh pidoperdón por tardarme, en realidad me olvidé de subirlo, no tengo excusas, pero aquí está el inicio de esta historia y sí, sé que tengo muchas más por actualizar, pero ideas son ideas jskajs

Espero la disfruten~

El alma de JerryWhere stories live. Discover now