buenas noches

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salu2, bebito
creo que últimamente estás un poco plof y, aunque me duela verte así, me alegro de que poco a poco me lo vayas diciendo. solo espero que se te pase pronto y que puedas estar al 100% otra vez, que hables hasta aburrirte de relojes y ropa y no estés cansado durante todo el día.

realmente no sé muy bien de qué va a ir esta historia, supongo que lo primero que se me ocurra mientras tecleo en el tren. me gustaría poder escribir en casa, en mi habitación, de noche y con poca luz porque creo que así me llega más inspiración aunque me quede ciega, pero estás mal ahora y yo no llegaré a casa hasta dentro de unas horas.

como quiero verte un poco mejor y no se me  ocurre otra cosa, voy a continuar el fanfic de ayer. en realidad es otro capítulo, así que lo único que tendrán en común es la cama.

ella lleva un rato sentada en la cama. está rodeada de libros llenos de anotaciones, hojas sueltas y lápices con apenas punta. la habitación está en penumbra, la única luz viene de la lámpara de su mesilla y velas pequeñas sin olor, puesto que las aromáticas son demasiado pesadas para él.

cuando él aparece por la puerta, ella comienza a recoger sus apuntes y libros y los coloca en una torre inestable. el chico se acerca a ella con cuidado de no derribar su frágil construcción y le da un beso en la frente. qué desastre eres, maría. la chica le rodea con los brazos alrededor del cuello y se acerca para besarle. menos mal que sabías lo que te esperaba cuando te casaste conmigo, luis.

hoy es más tarde de lo habitual, así que salen juntos de la habitación en dirección a la cocina. ella suele cenar, mientras que él prefiere no tomar nada hasta el desayuno, el gran amor de su vida. de vez en cuando, sin embargo, ella consigue convencerle. quiero tortitas, luis. no, patatas fritas. no, no, no, mejor fideos instantáneos. y aunque a él no le haga mucha ilusión, sabe que si cena ella estará más feliz porque es que la comida, luis. así que cenan y hablan y disfrutan del simple hecho de estar juntos, porque qué hay mejor que estar con la persona con la que por fin puedes ser tú mismo.

más tarde, ella se va a la ducha. lo sé porque oigo desde mi sitio a su grupo favorito. guitarras y bajos y baterías y los gritos de gerard way se cuelan por el pasillo hasta la habitación, donde él sonríe porque sabe lo mucho que a ella le gusta poner su música a todo volumen sin que nadie diga nada.

mientras ella termina, él vuelve a mí y coloca su ordenador. no sé por qué se molesta, la verdad. por mucho que les guste el hobbit o el señor de los anillos  nunca son capaces de ver más de quince minutos seguidos. siempre les puede la posibilidad de seguir hablando o de besarse o de hacer cualquier otra cosa...

poco a poco él se va quedando dormido. quién tarda cuarenta y cinco minutos en la ducha, maría. a veces pienso que él tiene el horario de un niño pequeño: cuanto antes se duerma, mejor. y sin embargo la espera aun sabiendo que van a ver cinco minutos de lo que sea antes de distraerse y hacer cualquier otra cosa. quién fuera ella para poder ser suya, ¿no crees?

y hoy, como cualquier otro día, ella vuelve a mí, se acurruca junto a él y le da al botón de play para poner la película. y también como cualquier otro día se distraen y se olvidan de la película que, llegados a este punto, me voy a aprender de memoria. a medida que pasa el tiempo y noto que cada vez se besan con más fuerza voy desconectándome, adormeciéndome, volviendo a ser el objeto inanimado que se supone que soy, uno que sirve de apoyo y que no escribe historias crinjosas llenas de amor...

te quiero, bebito. buenas noches.

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⏰ Última actualización: Sep 07, 2022 ⏰

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pov: eres una camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora