Realidad

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—Ko-Kohaku—Gruñó desde lo profundo de su garganta, apretando sus caderas para que acelerará el movimiento sobre él, tanto que seguramente las marcas de sus manos quedarían impregnadas en su piel.

Llevaban un año y medio desde que se conocieron oficialmente esa tarde en el laboratorio y unos pares de meses que empezaron a salir oficialmente, sin la necesidad de decirles a sus amigos.

El eco de la combinación de gemidos envuelve la habitación del albino. La dueña de sus delirios sostenía con notable fuerza los hombros de él, dejando rasguños en su dermis, sintiendo su ceño fruncirse tembloroso mientras lo veía con fogosidad.

Faltaba poco para que ambos acabasen.

Desde su primer encuentro se llevaron bien, se podría decir que se volvieron rápidamente amigos, como si se conocieran de toda la vida. Compartían más gustos e intereses de lo que a simple vista parecían ser polos opuestos. La admiración que ambos tenían por la ciencia era un gran ejemplo.

Como la pequeña Suika, familiar cercano de Kohaku y aprendiz de Senku, había empezado a hacer sus prácticas universitarias de laboratorio en el centro científico de él y Kohaku solía acompañarla o ayudarla con los materiales de vez en cuando, fue inevitable encontrarse más de una vez en descansos o la cafetería del lugar y conversar de trivialidades. Sin mencionar las veces dónde, de forma intencional, Senku iba a buscarlas principalmente para guiar a Suika, aunque ocultando hasta para sí mismo ese extraño y envolvente interés que tenía por la rubia de ojos azules.

Los intentos fallidos de pronunciar el nombre de su amado, ocasionados por la respiración acelerada y el ahogo de sus jadeos hicieron estragos en él, quien la besó con desespero puro, callándola ferozmente, acercándola con rudeza de la nuca mientras cogía un puñado de cabello entre sus dedos.

Sus caderas se alzaron para entrar más profundo, más estrecho; tanto que no pudo soportar más el cúmulo de sensaciones en su vientre, corriéndose en su interior sin remedio mientras quejidos se ahogan en su garganta, llenándola por completo de su esencia con el corazón acelerado.

La fricción en su clítoris se hizo más intensa por el cambio de ángulo que, sumado a la sensación del pene empujando fuertemente entre sus paredes para luego llenarla de semen, hicieron que lo acompañara después. Se separaron del beso húmedo en un intento de recuperar el aliento, dejando un hilillo de saliva uniendo la punta de sus lenguas.

Poco a poco se fueron frecuentando más fuera de sus trabajos. Las salidas casuales con amigos que coincidentemente compartían no se hicieron esperar, como también reuniones más íntimas como visitar la casa del otro se hicieron recurrentes.

La fatiga que Senku padeció durante largos meses antes se fue desvaneciendo lentamente con el paso del tiempo, como si ella lo ayudara a relajarse de su exigente trabajo con la frescura de su personalidad, como si el ambiente al rededor cuando estaba con Kohaku fuera lo que necesitaba luego de tanto cansancio. Hasta su horario de sueño se reguló considerablemente, pues antes recordaba despertar en medio de la madrugada sin razón aparente, agotando sus energías.

Llenos de cansancio y aún con espasmos recorriéndolos por completo, ambos se dejaron caer sobre la cama jadeantes, ella encima de él con una mezcla de sus fluidos desbordando de su unión.

Kohaku se sentía tan satisfecha y completa con esta sesión de sexo desenfrenado que, además de empezar a ser recurrente entre ellos gracias a su hambre voraz, podía sentir el vigor y las fuerza entrar por su piel. Fue tomada por sorpresa cuándo Senku se movió ligeramente mientras su erección bajaba, alargando deliciosamente más las sensaciones para ambos.

Lentamente sus amigos más observadores fueron dándose cuenta de la conexión que tenían. Si bien algunos eran discretos como Gen y Tsukasa, otros eran más escandalosos como Ryusui. Salvando las distancias de gente como Chrome que no veía algo más que amistad entre ellos.

Fantasías en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora