Huellas en la ventana

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***

El viento seco de finales de octubre había sido arruinado por unas nubes negras que amenazaban cada vez más en convertirse en lluvia.

Chifuyu caminaba entre las calles que poco a poco se oscurecían y quedaban desiertas. Debajo de uno de sus brazos llevaba un paraguas, preparado para la tormenta que se aproximaba. En las noticias, habían advertido que la lluvia atípica de octubre continuaría esa noche, así que salió preparado para ello.

Dentro de la bolsa de su chaqueta, Chifuyu llevaba una fotografía. Cada que una persona pasaba lo suficientemente cerca de él, el joven los detenía y mostraba la imagen, preguntando si es que habían visto a su pequeño amigo de pelaje negro.

—Su nombre es Excalibur —decía cada vez—. Tiene una cicatriz en la cabeza.

—¿Escali qué? —Respondían siempre.

Excalibur era el pequeño gato que rescató un año atrás. Aún recordaba la primera vez que lo vio, era una tarde lluviosa similar a esa. Chifuyu acababa de tener una pelea con unos chicos mayores que él. En medio de aquella tormenta, después de su derrota, escuchó un pequeño maullido proveniente de una caja abandonada. Al asomarse dentro de ella, encontró a un pequeño gato negro con la nariz rosa y una cicatriz en la cabeza. De inmediato quedó enamorado de él, así que decidió llevarlo a casa y cuidarlo. Así, después de una charla con su madre sobre la responsabilidad de tener una mascota, Excalibur se convirtió en miembro oficial de la familia.

Chifuyu y Excalibur permanecieron juntos desde entonces, convirtiéndose en amigos inseparables. Todas las noches el pequeño gato negro dormía acurrucado en sus piernas, despertaban juntos y Chifuyu se encargaba de bañarlo, darle de comer y sacarlo a pasear de vez en cuando.

Todo transcurrió de forma normal, hasta que comenzaron las atípicas lluvias de octubre. Excalibur había salido a tomar el sol al balcón del cuarto de Chifuyu, mientras él estaba recostado en su cama leyendo un manga. Antes de que se diera cuenta, Chifuyu se quedó dormido y despertó hasta que la corriente de aire húmedo entró a la habitación. En ese momento, notó que Excalibur no estaba más en su cuarto.

Dejó la ventana abierta, esperando que su amigo volviera durante el transcurso de la noche, pero no fue así. Al día siguiente preguntó a sus vecinos cercanos si alguno lo había visto, pero todos dieron una respuesta negativa. Chifuyu decidió salir a buscarlo fuera del edificio, sin tener éxito alguno. A ese punto, Excalibur llevaba más de una semana sin aparecer en casa.

Chifuyu había conocido a Excalibur en la lluvia, así que estaba seguro de que el gato encontraría una forma de estar bien. Aun así lo buscaría cuánto tiempo fuera necesario, incluso si la lluvia se volvía más insistente.

La siguiente hora pasó rápidamente mientras Chifuyu continuaba caminando en círculos buscando entre callejones y automóviles estacionados. La lluvia había comenzado a caer hacía tiempo, haciendo que las pocas personas que pasaban cerca de Chifuyu corrieran en busca de refugio, logrando que fuera imposible siquiera acercarse a preguntar.

Resignado, el chico decidió volver a su departamento.

Cubriéndose con su paraguas transparente, Chifuyu anduvo sobre la acera con la mirada al frente. El sonido de una motocicleta acercándose velozmente lo sorprendió de pronto, sin darle tiempo suficiente para dar un paso atrás antes de que el dueño de la moto pasara al lado suyo, salpicándolo con agua de un charco.

Chifuyu se detuvo, mirando hacia el frente con el ceño fruncido y maldiciendo a aquel tipo hasta que lo perdió por completo de vista. Miró cómo su chaqueta y pantalón habían quedado cubiertos con agua sucia.

Huellas en la ventana | Bajifuyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora