Stay Gold, Mikey-kun

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Advertencia: spoilers del manga. Lean si ya acabaron Bonten (no tienen que haber leído Three Deities, pero sí Bonten). Los spoilers son leves en su mayoría, pero de todos modos no se arriesguen.

***

Los caminos de la vida
No son como yo pensaba
Como los imaginaba
No son como yo creía

Los caminos de la vida, Celso Piña

***

—¿Te has quedado viendo las estrellas? Cuando perdía alguna pelea, solía quedarme tirado mirando al cielo. Da paz. Después de toda la adrenalina.

—Nunca he perdido una pelea.

Si Draken se sorprendió por aquella afirmación, no dijo nada.

***

Fue antes de que llegara Takemicchi a sus vidas. Antes de que tuvieran problemas. Draken a menudo piensa en todo lo que pasó, cada bifurcación en el camino. No fue al principio, cuando el hermano de Mikey todavía estaba vivo, cuando Kazutora todavía no desaparecía de sus vidas para aparecer más tarde. Kazutora ya no estaba, Mikey ya tenía el cabello largo que se le metía en los ojos y que Draken peinaba todas las mañanas, porque Mikey hubiera podido andar por la vida con el fleco más allá de la nariz. Pero fue antes de Takemicchi. Antes de Kisaki, especialmente. Antes de la única noche en que Draken fue consciente que Mikey miró las estrellas, con toda la inocencia perdida ya para entonces.

La desesperanza y la oscuridad todavía no anidaban en los ojos de Mikey. Todavía nadie se había empecinado en quitárselo todo, todavía nadie había descubierto que las anclas que mantenían a Mikey en el mundo podrían ser fácilmente cortadas. Ya no estaba su hermano, pero todavía quedaba todo el resto.

Ah, Mikey.

Si Draken pudiera regresaren el tiempo, como Takemicchi, lo haría sin dudar y cambiaría todo. Buscaría la manera en la que Mikey no conociera el sufrimiento tan voraz que se los había comido en la morgue. Le evitaría esa única vez en la que miró las estrellas de la derrota, porque aquello no había sido una pelea. Aquel fue un castigo que Mikey consideró necesario pagar.

Pero todo fue antes de aquello. Antes de Takemicchi en sus vidas, ¿quién iba a imaginarse que tarde o temprano estarían en peligro?

Draken se enamoró en medio de las peleas de pandillas, antes de que su vida se hiciera tan turbulenta que hubiera olvidado su inocencia.

Pero ah, la vida. Nunca es como uno la piensa.

***

La primera vez que Mikey dijo que crearía una nueva era para los delincuentes, Draken le creyó ciegamente. «Si me sigues, Ken-chin, convertiré nuestros sueños en realidad». Y Draken no dudó nunca. Quizá empezó a enamorarse allí, con el puño que Mikey extendido hacia el mar, hacia el infinito, con su uniforme de comandante de la Tokyo Manji, una sonrisa en los ojos y en los labios y la seguridad absoluta de que nunca perdería una sola pelea.

Fue la primera vez que lo abrazó, al volver de la playa.

—Te acompaño a casa —ofreció.

—Gracias, Ken-chin.

Lo acompañó a su casa, una moto detrás de la otra. El abuelo de Mikey estaba dormido, Emma estaba dormida. Draken sólo podía pensar en Mikey mirando al infinito a la cara y desafiándolo con crear un nuevo destino. A pesar de estar en secundaria, nunca dudó que lo lograrían; creyó ciegamente que la Tokyo Manji nunca se convertiría en una pandilla que sirviera a la yakuza, nunca los tentarían con dinero sucio a cambio de hacer cosas aún más sucias; tendrían principios, crearían la nueva era de los delincuentes. Draken depositó en eso toda la fe que le fue posible. Creyó que Mikey lo lograría, se convirtió en su corazón; nunca pidió nada a cambio.

Stay Gold, Mikey-kun [Draken x Mikey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora