Capítulo 1: Los conejos

542 34 5
                                    

"Los conejos solo ayudan a los conejos" era una frase que los Yato escuchaban desde niños como una regla general que provenía desde los adultos, y significaba que aunque fueran un clan guerrero que a veces se mataba entre sí, no ayudaban a nadie que no fuera ellos mismos.

La mayoría de los Yato respetaban aquella regla sin pensar demasiado en ello, después de todo, no era obligación suya ser empáticos con las demás especies, aún menos si eran débiles. Incluso el mismo Umibozu intervenía en situaciones ajenas cuando era por su propia conveniencia.

Pero entonces Kamui notó que aquella regla era violada por su hermanita, con quién recientemente había hecho las paces luego de una larga época de duelo e intentos de asesinato, y por quién ahora estaba parado en aquel campo de batalla para proteger a la Tierra.

Kagura se había dado prisa en auxiliar a un policía caído en medio de la guerra que atravesaban, atacando a los contrarios con su paraguas y puños desnudos, sin preocuparse por las heridas posteriores que esto le provocó. Kamui observó a la distancia, analizando las acciones de su hermana.

¿Kagura tenía la ventaja? No

¿Impactaba de alguna manera su posición en la guerra? No

¿Era aquel policía uno de sus camaradas de la Yorozuya? No 

¿Kagura ganaba algo interviniendo? No

Kamui levantó ambas cejas con sorpresa al no detectar ninguna respuesta positiva ante sus cuestiones mentales. Si no tenía sentido... ¿Por qué lo hacía? Kagura ya estaba muy malherida debido a peleas anteriores, numéricamente la superaban y aquel policía no era ni pieza clave para la pelea ni una persona demasiado cercana a ella.

— Entonces, ¿Por qué...?— murmuró repasando su mentón con los dedos mientras veía a lo lejos como su hermana era molida a golpes por un matón.

— ¡Comandante, el pequeño conejo está...!

Kamui suspiró pesadamente y se puso de pie, haciendo una señal a sus hombres para que se adelantarán mientras él retrocedía con dirección a donde su hermana. Mataría a aquel matón por hacerle daño a Kagura y luego se lo preguntaría directamente a ella, decidió mientras avanzaba rápidamente hasta allá.

.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~

— Maldito policía inútil aru— masculló Kagura mientras escupía sangre y se limpiaba los labios con rencor.

— No recuerdo haberte pedido ayuda— respondió Okita haciendo una mueca de dolor al tiempo que se vendaba a sí mismo el brazo herido.

— Pues tienes suerte de que sea bondadosa y haya decidido ayudarte aunque no lo pidieras— reclamó la joven Yato extendiendo su mano hacia su hermano mayor, demandando su ayuda para incorporarse— ¡Deberías agradecerme aru!

— A quién deberían agradecer es a mí— contestó sonriente el mayor mientras le extendía su sombrilla a Kagura para que ella misma de pusiera de pie. Los dos recién salvados chasquearon la lengua e ignoraron su comentario— Oh, ¿Quieren morir?

— Al parecer este idiota de aquí, sí— se quejó la pelirroja incorporándose lentamente.

— ¡Fue una emboscada! Yo no lo decidí— se defendió el espadachín poniéndose de pie igualmente.

— Pero sí decidiste hacerte el heore— reclamó la Yato mirándole con desapruebo.

— Un samurai tiene honor hasta el final.

Kagura apuntó con la sombrilla de Kamui a Sougo.

— Si quieres morir solo dilo.

— Jamás moriría a manos de una china fea y sucia.

— ¿Quieres comprobar, maldito sádico?

Kamui se mantuvo observando la escena con una sonrisa, aunque no estaba para nada feliz; Algo de todo lo irritaba, pero no sabía bien qué. Sin pensarlo mucho, tomó a del brazo a su hermana y tiró de él sin importarle que ésta aulló de dolor con aquella acción.

— Debemos darnos prisa. Aquel tonto de la permanente nos espera más adelante— pronunció sin soltar a Kagura, que comenzaba a golpearlo con la mano libre para que la dejara en paz— ah, pero tú no tienes que ir. Los humanos son más frágiles, así que de seguro necesitas ver a un doctor— se giró para ver a Sougo todavía sonriendo, aunque su mirada denotaba amenaza.

Okita resopló y levantó una mano para hacer un gesto indicativo de que le dejarán solo. ¿Qué rayos le pasaba?

Y sin decir más ni intercambiar alguna otra mirada, Kamui arrastró a Kagura lejos de aquel lugar, ignorando totalmente los golpes y protestas de la menor que no cesaron ni siquiera cuando ya se hallaban lejos del reciente lugar de ataque.

— Kamui, bastardo... ¡Ya suéltame!— demandó la joven Yato tirando de su propio brazo aunque eso la lastimaba todavía más.

— Como quieras— respondió el pelirrojo dejándola ir de golpe, provocando que por la fuerza del forcejeo Kagura cayera de bruces contra el suelo arenoso del desértico lugar.

— ¡Auch!

— Idiota.

Kagura le miró enfadada, apretando los dientes. ¿Por qué tenía que ser insultada luego de que se había caído por culpa de él?

Kamui borró su sonrisa, y se acuclilló para ver frente a frente a su hermana, con una mirada de seriedad.

— Dime, pequeño conejo estúpido... ¿Por qué saltaste a enfrentar una pelea que sabías que no podías ganar? — cuestionó, sonriendo nuevamente, aunque Kagura sabía que aquella sonrisa era peligrosa. Tragó saliva y miró con seriedad a su hermano, negándose a ceder o demostrar debilidad.

— Yo... Aquel idiota podía morir aru...— contestó en un murmuró que irritó aún más al mayor.

— ¿Oh? ¿Acaso esto es una especie de Romeo y Julieta en tiempo de guerra?

— ¿Que...?— el rostro de Kagura se sonrojó — No digas estupideces, ¿Quien es Julieta? — protestó, alzando los puños para golpearlo, pero Kamui pudo esquivarlo— ¡Solo pensé que entre más hombres tengamos para pelear mejor!

El comandante pirata suspiró y se incorporó.

— Ya te lo dije, yo solo puedo reemplazar a cualquiera de esos inútiles en la batalla— musitó tranquilo, mirando desde arriba a la menor. Kagura le miró arrugando el entrecejo— Así que por favor, no hagas cosas estúpidas.

Los ojos femeninos se abrieron más tras aquella frase, ¿Kamui estaba preocupado por ella? Se sentía extraño, luego de haberla rechazado como su hermana tanto tiempo e incluso haber intentado matarla. Kagura pasó saliva y abrió los labios suavemente.

— Lo sien...

—No pienses que estaré haciéndola de príncipe azul cada que estés en peligro— decretó dándole la espalda y comenzando a caminar.

El rostro de la menor se coloreó con más intensidad, aunque esta vez por la ira.

— ¡Hermano idiota! ¿Quién necesita que la salves?

Kamui siguió avanzando, ignorando los insultos de su hermana, y sus posteriores quejas de que no podía caminar sola. Se sentía enfadado, pero no terminaba de entender el porqué.

¿Era por lo molesto que era tener que ayudar a su hermana?

KU-Pyon: ¡Yei! Vuelvo con otra historia de Gintama,  mezclando a mi OTP y a uno de mis personajes favoritos (aunque mi número 1 siempre será Gintoki ❤️).

Espero les guste este inicio, está basado en el final de la guerra intergaláctica del último arco

Hermanos y celosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora