Capitulo 3: Despedida

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El cielo brilló en un hermoso amanecer que parecía anunciar el final de aquella guerra que pareció eterna. Observó a su padre a su lado, quien miraba directamente el sol que se asomaba casi con ganas de llorar.

— Ha terminado...– murmuró Umibozu esbozando una sutil sonrisa, aliviando el corazón de los hombres que aún quedaban con vida. Kamui no se dio cuenta de que una sonrisa sincera se había formado en sus labios también. Sin decir nada, el comandante pirata abrió su paraguas y lo colocó sobre la cabeza de su calvo padre, provocando que éste le mirara con asombro e inquietud.

— Será un problema si mueres por insolación antes de que yo te mate con mis propias manos— explicó en voz baja, fingiendo desinterés.

Kankou dejó oír una estrepitosa risa, pero las celebraciones a su alrededor opacaron su sonido.

— ¿Es esto lo que llaman "hijo responsable"?

— No lo sé, estúpido padre— respondió calmadamente Kamui manteniendo las comisuras de su boca ligeramente curvadas.

— Pero antes de preocuparte por tu viejo, deberías preocuparte por tus heridas... Mírate, estás lleno de agujeros— reprendió el mayor con seriedad. Inmediatamente Kamui se cubrió con la mano libre la herida en su vientre que fue obtenida por proteger a Kagura.

— Metete en tus asuntos.

— ¡Papi! ¡Kamui! — sin dejar que el ambiente se volviera tenso, la menor de los yato saltó hacia ellos con los brazos abiertos, abrazándose al cuello de ambos. El impacto de Kagura fue tan fuerte que casi los hace tambalear, pero en respuesta, Kankou rodeó suavemente la cintura de su hija y cerró los ojos con fuerza. Por otro lado, Kamui tan solo tocó el brazo de su hermana, mientras que con el otro brazo continuaba sujetando el parasol sobre sus cabezas— ¡Terminó aru! ¡Por fin terminó!

La pelirroja se recargó en su hombro, y Kamui pudo sentir como las lágrimas de Kagura humedecían su camisa, ¿o tal vez era baba? No lo sabía, pero no sintió la necesidad de apartarla.

Miró hacia el cielo resplandeciente, inconsciente de la expresión de paz que se dibujó en su rostro mientras colocaba su mano en la pequeña espalda de su hermana.

— Si... Finalmente terminó.

Kamui sabía que, si su madre los estaba observando desde algún lugar, estaría feliz de verlos como lo estaban ahora... Como una verdadera familia, y pensando en ello, una cálida sensación le inundo el pecho, provocando que abrazara con fuerza a su pequeña hermana, logrando tomar por sorpresa a los dos familiares que le quedaban, aunque no dijeron ni una sola palabra al respecto. Pero el momento duró poco, pronto su otro padre y hermano demandaron la atención y compañía de Kagura para celebrar el fin de aquella larga y difícil batalla.

Kamui dio media vuelta y sin mirar atrás comenzó a avanzar, siendo seguido por los hombres que le quedaban, entre ellos Abuto. Un suspiro brotó de su pecho provocando que su mano derecha le mirara confundido ¿Por qué lucía triste si habían ganado la guerra contra el ser más poderoso del universo?

— Kamui— La voz de su padre le hizo detener sus pasos, sin girarse para verlo, el joven Yato espero a que Umibozu continuara hablando—, Kagura ha decidido venir conmigo.

Los ojos de su hijo ampliaron su tamaño con sorpresa, ¿aquella niña encaprichada con la Tierra había decido dejar a su nueva familia por seguir a su padre? Sin decir nada, giró el rostro hacia el cazador magullado que lo había engendrado, obteniendo de él una sonrisa suave debajo del bigote negro.

— Ella buscará una cura para su mascota, ya sabes... Ese inugami que casi muere dándonos tiempo— el menor parpadeó aún sorprendido, notando el nerviosismo de su padre mientras éste miraba hacia otro lado— con nosotros...— murmuró antes de aclararse la garganta— Ven con nosotros.

Hermanos y celosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora