PROLOGO
Un hogar al cuál volver. El leve sonido de una corriente de agua. Los campos florales que desprenden esa fragancia fresca, que te hace sentir libre. Los amigos con los que juegas cuando se pone el sol. Nada de eso me pertenecía más.
El cigarro se consumió dentro del cenicero plateado, humeante impregna todo con ese característico hedor a tabaco que me causa náuseas, pero no puedo dejar.
El ventanal, prácticamente del tamaño de la pared, dejaba a la vista los altos edificios que se encontraban en reforma, idea de mís socios, los cuales ya no pueden opinar porque me encargue de callarlos para siempre. Nadie en este edificio se ha atrevido a decir algo sobre mí manera de ejercer el mando, por suerte para ellos, yo si se lo que es la empatía... O lo supe en su momento.
No puedo evitar desviar mis ojos a las calles vacías de Constancia, esta ciudad me ha enseñado una o dos cosas sobre lo dura que es la realidad. Bastante cursi, ¿no?Por suerte ya no es de mí importancia si la vida tiene ganas de darme unos golpes, la irá que puede causarme una lección moral será descargada en aquellos que de verdad merecían un castigo por cometer un real error. No tengo tiempo para pensar que, talvez, soy la única persona en este mundo que realmente es punida por tropezar en sus ideas. Ya estuve en ese papel, no puedo repetirlo.
Giro en la silla que más parece un trono por lo elegante qué es, estos idiotas seguramente se presumían reyes del todo con toda esta mierda vacia, por un segundo olvidó que el dinero lo es todo para cualquiera, y el que lo niegue solo busca la aprobación de otros, que es equivalente a tener montañas de oro ya que el ego es bastante caro.
Los pasos por detrás de la gran puerta de madera oscura, resplandeciente e imponente me dejan saber que mis hombres estan al tanto de la inquietud acerca de los nuevos ideales acechando la ciudad. No me tomen a mal, soy una gran defensora de la democracia... Pero, no dudo ni por un segundo en salvar a mis prójimos de el final mas terrorífico que podría ser presenciado, aunque eso implique reprimir los pensamientos de mí pueblo, se que es por un bien mayor.
Golpean la puerta suavemente procurando no alterar mis emociones, saben que soy susceptible a los ruidos, hacen que mí mal humor aparezca reforzado.
Casi como un susurró indico que pueden pasar, obedecen a mí permiso dejando sus caras a muestra, y yo no evito penetrar los oscuros ojos del general procurando el más mínimo signo de fracaso.- Buenas tardes Capitan... Tenemos noticias.- Responde breve a mí mirada juzgadora, lleva la mano hacia su nuca rascando levemente.
- Me traes malas noticias, ¿Verdad?- Mis facciones se marcan por el leve sentimiento de frustración que nace en alguna esquina de mí corazón. Tiene esa desgraciada costumbre, rascarse la nuca demostrando miedo, incertidumbre, arrepentimiento. Lo peor, es que sabe cómo odio a los cobardes.
- Capitán... ¡Realmente hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance!- ¿Acaso no le dije a este idiota que los gritos hacia mí persona pueden costarle la vida?
- Cesar, no sé que es lo que piensas acerca de tu posición.- Tranquilamente me ergui de aquel asiento, de manera elegante dejando mí cuerpo estirarse. Se que soy una mujer que todos temen, pero también que todos desean... Y eso me repugna.- Te otorgue el puesto de sargento porque realmente crei que podrias ser algo más que un inútil.
Mis pasos eran lentos, resonaban por el eco, por el choque de los tacones delgados y negros golpeando el suelo. Mí idea no era intimidarlo ni nada por el estilo. Solo quería hacerle saber sutilmente que su horrible manera de comandar un pelotón me causaba colera.
- Capitán, he jurado con mí vida defender y pelear junto a estos soldados... Nuestro mayor objetivo es poder cumplir junto a usted su objetivo. Por favor, perdoné está perdida, juró que daré mí mejor esfuerzo.-
Sin duda el discurso más ridículo que he oído.
- Escuché soldado, no necesito su "esfuerzo" en un futuro, lo necesito ahora. Perdiste una batalla. Perdiste vidas, ¿todo eso solo para venir y tener el valor de decirme a la cara que darás tu mejor esfuerzo?- A este punto nuestros alientos chocaban por mí cercanía a su cara.
Se veía aterrado, era ese mi deseo, asustarlo tanto para que nunca olvidé cual es su lugar.- Te tendré piedad...- Salió como un susurro de mis labios.- Aunque hayas fracasado, aunque hayas dejado a un montón de compañeros atrás, aunque seas un inepto de mierda.- Las facciones de mí rostro se marcaban más y más derrochando rabia. De mí cinturón comenzó a notarse el filo a medida que desenvainaba mí espada lentamente.- Pero... En memoria de las víctimas de tú idiotez.
En un movimiento rápido, solo tuvo tiempo de reaccionar cuando su oreja ya había caído al suelo de manera grotesca. Noté como quería gritar de dolor, lo podía sentir en sus ojos lagrimosos, en su expresión aterrada. En como llevo sus dos manos temblorosas hacía la nueva herida, siendo manchado por toda esa sangre.
Rápidamente lo coloque entre la espada y la pared.- Esto es sólo una advertencia, si vuelves a fallar despídete de tus brazos y piernas. ¿Entendiste?- Pregunté calmada, él parecía no tener en mente responder, solo mantenía los ojos en los míos sin parpadear, estaba lagrimeando, jadeando de dolor. Era asqueroso.- ¡¿Entendiste!?- Reiteré la pregunta ahora gritando.
- S-si... Ca-c-capitan.- Su tartamudeo me causo gracia, solo sonreí satisfecha, creo que captó el mensaje. Sin más le ordené que se retirará, después que limpiará el desastre.
Cuándo volví a la soledad del cuarto, suspiré cansada, prácticamente acostándome en la silla.Mis tropas no pueden darse el gusto de perder en el campo de batalla, todo este imperio que creamos puede derrumbarse en tan solo un pestañear, en un pequeño vaciló todo lo logrado solo sería un recuerdo para la historia. No puedo permitir eso, este el comienzo de la una revolución. La mayor revolución que la humanidad podrá presenciar, la que nos librará al fin a todos.
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Bisonte
ActionLa mente humana y su fragilidad. El más ligero escenario puede causar traumas que llevan a decisiones radicales. En este caso, los caminos tomados no siempre son los correctos, pero la satisfacción que producen valen cada gota derramada. La sufrida...