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—¡Oh, Harry! ¿Podrías ayudarme con la investigación de pociones? —Una bonita rubia de Ravenclaw soltó risita viendo a sus amigas.

Harry frunció el ceño confundido, masticó su desayuno— Eeh…Lo siento, soy muy malo para las pociones. Pero Hermione y Draco son los mejores.

Alzó la mano entrelazada de su novio. Draco estaba recargando su peso en él, su pierna estaba sobre el muslo de Harry y su espalda en su costado. No quitó su atención de su libro sobre las lealtades de las varitas.

La chica ignoró al Slytherin y soltó una ola de feromonas coquetas; dulces y atrayentes— Creo que definitivamente tú puedes ayudarme.

Su voz lasciva y olor hizo que Draco le mirara con los ojos entrecerrados. Antes que pudiera decir algo, Harry rió nervioso.

—No creo tener tiempo suficiente.

Aquella respuesta no le gustó a su novio y omega. Draco se enderezó y encajó su nariz en el cuello de Harry.

El alfa dejó de prestarle atención a la Ravenclaw cuando las ricas feromonas de Draco le rodearon. Frescas, saladas y apetecibles.

Susurró en su oreja— Mío.

Harry besó su mandíbula en respuesta.

—Es mejor que te vayas. —dijo Hermione corriendo a la chica con un movimiento de mano.

míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora