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Joey, 16 años. Mi vida es como ser una vela encendida luchando contra el viento para no ser apagada. Día y noche lucho contra ese viento que empezó débil y cada vez se hace fuerte, por lo tanto se que pronto esta vela no podrá más y se apagará. Suena deprimente, lo sé. Pero de eso se trata tener cáncer. Si, cáncer. Una de las enfermedades más salvajes hoy en día, la cuál no tiene cura, la cuál pronto me matará. Muchos que me vieran en este momento dirían: "Oh, esa chica parece muerta." Pálida, con unos jeans desgastados, camisa sucia, un moño despeinado, unas converse viejas, ojeras y para completar todo una mirada ida, perdida y apagada. Pero, ¿cómo se supone que este? Me acaban de decir que tengo solo seis meses de vida. Ni siquiera un año, seis meses. Sentada en las incomodas sillas de la sala de hospital coloco mis audífonos, sin tomarle importancia de lo que le habla el doctor a mi madre. Conecto mis audífonos a mi IPhone y pongo Stockholm Syndrome de One Direction. Es como una droga para mi, One Direction, los únicos que hoy en día pueden alegrarme la vida con solo oírlos. Sigo viendo a mi madre y al doctor discutiendo, pero el tiempo se detiene con su solo.

"I know they'll be coming to find me soon, but I think I'm getting used to, being held by you."

Todo se vuelve lento, veo a mi madre tomando al doctor del cuello de su camisa rogándole que haga algo. El doctor asustado baja su cabeza y murmura algo con tristeza, haciendo que mi madre caiga de rodillas a llorar. La veo con lastima y recuerdo la frase de el libro que he estado leyendo, Bajo La Misma Estrella, si hay algo peor que tener cáncer es que tu hijo tenga cáncer.
Dejo mis audífonos de lado y me levanto de la silla para tomarle sus brazos y levantarla con la poca fuerza que tengo. Ella mira mis ojos y le doy una sonrisa ladeada.

-Todo va a estar bien mamá.-murmure con seguridad, sabía que nada iba a estar bien pero valía la pena decirlo. ¿No?-

Ella asintió débilmente, para abrazarme con fuerza lo que hizo que mi espalda tronara y ella dejara de abrazarme para decirme un débil perdón. Mi madre, mi mejor y única amiga, mi ejemplo a seguir. Ella me tuvo a los quince años, por lo tanto ahora tiene 31 años. A veces me siento mal por ella, no pudo vivir su juventud por mi culpa y ahora que ha dejado todo por mi, me voy a morir. Mi padre, no me interesa en realidad, le deseo lo peor sinceramente. Mi mamá no tuvo relaciones por gusto, mi madre fue violada. Cuando se dio cuenta que me iba a tener decidió no abortarme ya que yo no tenía la culpa de nada, gracias a Dios no me parezco en nada a mi padre. Al menos, eso dice mi madre que a como pudo vio su cara en el acto. Soy igual a mi madre físicamente, agradezco eso ya que no se que haría si cada vez que me viera recordara su violación. Nos despedimos del doctor y salimos del hospital. Nos montamos al carro y empezamos nuestro trayecto a casa.

-¿Cómo te sientes?-me dijo con voz casi no oíble.-
- Me siento bien mamá, todos vamos a morir algún día.
-Si, yo sé. Pero es que nena, eres tan joven. No sabes nada de la vida.
-Mamá, hagamos estos seis meses los mejores de mi vida.-le sonreí.-
-Lo que pidas princesa. ¿Qué quieres hacer?

Me quede callada y comencé a pensar. ¿Qué me hacia feliz? Siempre he pensado que solo se siente felicidad pura una vez en la vida, tal vez esté equivocada pero desde que me diagnosticaron cáncer de sangre (leucemia) pocas cosas me hacían feliz, me tranquilizaban, me hacían sentir que no estaba enferma o sea viva. Muchos se preguntaran, ¿desde cuando tengo cáncer? Fui diagnosticada de leucemia hace dos años, se suponía que había vencido el cáncer hace un año pero no fue así. Simplemente dure un año sin que me pasara nada, sin desmayarme, sin fiebres altas hasta convulsionar, sin ponerme amarilla, sin dolores de cuerpo, bla bla bla. Pero no había vencido el cáncer, no en absoluto. Hace una semana me empezó a dar dolores de cabeza y pecho, como si algo estuviera por venir. Lo que decía en Bajo La Misma Estrella era cierto, siempre que llegabas al hospital te preguntaban cuanto es el dolor del uno al diez. Ese día era un ocho. No quise dar un nueve o un diez. Porque los quiero guardar para cuando en serio sienta morir por dentro. Saque los pensamientos de la enfermedad de mi cabeza y volví a pensar: ¿Que me hacía feliz? En conclusión me di cuenta que lo único que me hacia sentir viva era One Direction, sus aventuras, sus canciones, ellos. Y sinceramente la idea de morir sin llegar a verlos en persona, decirles lo que los amo y admiro, abrazarlos, me mataba. Así que los iba a conocer, cueste lo que cueste.

Antes de Morir. |Z.M|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora