Te veo (Día 4)

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One shot 4: Recuerdos

Para MXTX
Gracias por darnos a los hermanos de Yunmeng

Meses después del asedio a los Túmulos Funerarios.

Lotus Pier, Yunmeng.

Quizás fue el primer mes en dónde comenzó a verlos, o quizás fue en el primer año, honestamente, Jiang Cheng no lo recuerda con claridad.
El dolor que sintió embotó todos sus otros sentidos, por lo que la fecha exacta quedó a la deriva.

Solo recuerda que aquella vez, Lotus Pier estuvo tan resplandeciente después de muchos días, que Jiang Cheng creyó que era injusto.

El vaivén de los botes, el cálido olor a lotos flotando por los aires y el agua resplandeciente por la luz solar eran sinónimos de un maravilloso día de verano en Yunmeng. Todo eso le parecía una burla a su dolor.

Jiang Cheng soñó que estaba enloqueciendo, despertó y era verdad.

Ese día en especial, algo se sintió diferente. Por más que el alegre ambiente dio pasos tentativos para contagiarlo de felicidad, de arrastrarlo a una falsa burbuja de paz, no lo permitió. En cambio, su miedo y tristeza lo volvieron a arrastrar al fondo.

Tristeza que no lo dejó vivir, que lo mantuvo asfixiado y con una espada en la garganta. Jiang Cheng se odió por sentirse así.

El primero de sus sentidos que fue atacado, fue su oído.

Se quedó paralizado al escuchar ese sonido en particular. Esa risa descontrolada con la que creció en Lotus Pier, con la que se crió.

Se puso de pie en el acto, dejando de lado las cartas pendientes
Algo en su pecho burbujeó con incredulidad, con miedo, pero sobre todo, con esperanza.
Jiang Cheng se odió todavía más.

¿Sería justo que su hermano volviera justo ahora? ¿Justo cuando Jiang Cheng estaba tan bien?
¿Justo cuando realmente todavía no lo extrañaba...?

Salió de su oficina y caminó desesperadamente por los pasillos solitarios. De pronto, al otro lado del pabellón, justo donde terminaba el pasillo, lo vio.

Un pequeño niño se inclinó y jugueteó con los lotos a su alrededor, metiendo sus pequeñas manos al lago.
El niño no emitió sonido alguno, ni siquiera cuando sus manos chapoteaban en el agua

Jiang Cheng se detuvo abruptamente, inseguro de cómo tratar con un niño tan pequeño. Olvidó por un momento el motivo por el cual estaba rondando por los pasillos como un loco.
Antes de poder decidir qué hacer, el niño levantó la cara, y los ojos de Jiang Cheng parpadearon furiosamente.

El niño sonrió, con aquella sonrisa tan conocida para él, sacó un brazo de agua y lo agitó furiosamente, saludando.
Sus brillantes ojos grises chocaron con un par de azules, estos últimos estupefactos.

El último destello dorado de los rayos del sol se reflejó en el agua. Apartó la vista un segundo para aliviar sus ojos, pero cuando volvió a observar aquel lugar, el niño no estaba.

El resto del día, el Líder de la Secta Jiang desconcertó a sus discípulos al preguntar desesperadamente por un niño de grandes ojos grises y sonrisa confiada.

Una pregunta sin respuesta que se repetiría cada tanto por los siguientes trece años.

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Primeros años después del asedio a los Túmulos Funerarios.

Esa no fue la última vez que vio a aquel chiquillo, Wei Ying, Wei Wuxian.

Más que mi bro, eres mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora