Prólogo

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¿Es esto normal? Yo digo que si. No importa cómo lo vean las demás personas, a mi parecer mi arte es hermoso y sublime, él me comprende y con eso soy feliz. Se preguntarán a que me dedico, pero decírselos así de repente no servirá de nada, me tacharían de loca o desquiciada. Vengo del abismo más profundo a traer paz y belleza a este mundo decadente. ¿Que quién soy? Pronto lo averiguarán.

Desde pequeña he sido una niña obediente y tranquila, dispuesta a defender todo aquello que me importaba. Tenía todo lo que una persona podría desear: unos padres amorosos, una vida estable, un hermano al cual protegía con mi vida si era necesario, ¿qué más podría pedir?. Podría desear amigos, un lugar donde me sintiera aceptada por como soy pero, en este mundo contaminado es algo imposible. Todo aquello que es un poco diferente lo ven como algo fácil de dañar, un juguete con el cual descargar su aburrimiento, ira, impulsos agresivos.

Admito que siempre me sentí diferente ,sabía que no era como los demás, pero las cosas se empezaron a salir de control poco a poco. En la escuela todos comenzaron a decir cosas a mis espaldas y, los que creían que eran mis amigos, encontraron un nuevo juguete con el cual desquitarse de aquello que los aquejaba. Me comencé a volver solitaria y decidí cortar los lazos con esos seres que creí una vez conocer. Ni siquiera los adultos me apoyaban, era un maldito martirio.

A pesar de eso no dejé los estudios, pues mi futuro no sería destruido por una etapa pasajera de secundaria. Sin embargo, la falta de amigos comenzó a pasar factura, dándome como único objeto de escape las redes sociales y los sitios web de misterio. Como todo adolescente, deje de lado las tareas y pasaba mucho tiempo pegada a mi laptop, cosa que mi madre notó desde el primer momento. A causa de esto estuve cerca de un mes sin internet, obligada a estudiar cada vez que tenía un rato libre, sin derecho siquiera a televisión, pues según mi madre el semestre no se salvaría solo.

Por supuesto, como niña con padres estrictos, comencé a navegar en internet por la madrugada a espaldas de mi madre. Las ojeras eran cada vez más visibles, pero era un riesgo que yo me dispuse a tomar. La adicción que había desarrollado por aquellos escalofriantes relatos de internet era algo fuera de lo común, la adrenalina corriendo por las venas y el miedo a ser descubierta hacían más embriagadoras las noches en vela. Era algo que necesitaba para vivir, lo necesitaba.......

Obsessed (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora