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La noche caía en la ciudad, sumergiendo está en su oscuro manto que permitía irradiar tanto a la luna como a las estrellas.
Bajo la luz del gran satélite, los héroes se encargaban de proteger la ciudad y a sus ciudadanos brindando así la paz. Y gracias a su arduo trabajo muchas familias se encontraban reunidas a salvo en sus hogares, muchos niños tenían a sus padres y muchos padres podían tener a sus hijos a su lado. No todos corrían la misma suerte, siempre existirán las pérdidas, ya que, el mundo siempre es tan bello como cruel, la vida misma era igual en perfecto balance y equilibrio.
Sin embargo, a pesar de todo esto, los heroes hacían todo a su alcance para evitar esto, haciendo lo necesario por el bien mayor.
Esa noche, Best Jeanist ya había terminado su guardia, para ese entonces se podía observar como el cielo se iba despidiendo de la noche. Se encaminó a su hogar con pasos tranquilos observando cautelosamente sus alrededores.
Unos minutos mas tarde, llego a su residencia. Colocó la llave en la cerradura quitando así el seguro e ingresando a su hogar, cuidando no hacer mucho ruido. Cerró suavemente la puerta y colocó nuevamente el seguro. Consecuente a ello, quitó el calzado, se quitó su saco y a pasos suaves y sordos se dirigió directamente a su dormitorio.
Abrió la puerta lentamente y se asomó, al levantar la mirada se encontró con su esposa profundamente dormida en la gran cama que ambos compartían, "Esposa" le encantaba como sonaba. Entró a la habitación y cerró suavemente la puerta, siendo lo más cauteloso posible.
Se colocó ropas holgadas, se dirigió hacia la cama y se acomodo a su lado. Levantó la mirada observando cada facción de su esposa maravillado por tal calma que ella le producía.
Suavemente la acomodo sobre su pecho logrando así sentir su calmada respiración. A Tsunagu le encantaba ese ambiente tan tranquilo y pacífico, por momentos así eran por los que los heroes luchaban con tanto fervor, por proteger el hogar de cada ciudadano. Y obviamente el tambien tenia un hogar el cual valoraba mas allá de lo que cualquiera podría imaginar.
De repente, observó cómo ella se despertó levemente y alzó su mirada.
_ Bienvenido a casa, Tsunagu _ dijo con una voz suave con los ojos entrecerrados.
Tsunagu solo sonrió y la atrajo mas hacia él, ella a pesar de no poder verlo por la oscuridad de la noche sabía que este se encontraba sonriendo. Él colocó una de sus manos en su cabeza y dejo unas suaves caricias .
Unos minutos después, finalmente respondió con una voz tranquila
"Si, ya estoy en casa".
Porque para tsunagu su hogar estaba en dónde podía encontrar paz, un lugar donde podía ser feliz.
