XVII

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A mis sobrinos, razones para reconstruirme siempre.

Vivo aquí

en esta escombrera que es mi vida
donde parece más fácil

languidecer

entre las ruinas
que buscar fuerzas para la reconstrucción

y evocar

entre los muros caídos
la solidez de una habitación

y esbozar

en una chimenea hundida
la luces cálidas de una lumbre fogosa;

y en el jardín abandonado

imaginar

entre el rastrojo reseco, un nuevo verdor
y en los parterres de geranios quemados
colores variopintos explotando de alegría.

Y percibir

que este silencio es acallado

por voces...
                     risas...
                                 música...

que antes recorrían cada rincón
sin estruendo y con naturalidad.

He apartado el primer escombro

y me he cansado.

Y me ha dolido el cuerpo.
Y me ha dolido el alma.

Pero en vuestros ojos

veo

el reflejo de mi niñez,

cuando todo era sencillo
y no me preguntaba por qué late el corazón.

Entonces

pinto

en el hueco del cielo
un deslumbrante azul

con un sol embriagador
o nubarrones de lluvia alegre
o pinceladas invernales.

Y lleno

mi mirada vacía
de horizontes nevados
o reverdecidos

pero siempre, siempre incitantes.

Y aparto

otro escombro...

                 27-3-2001

DE TRISTEZAS Y OLVIDOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora