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Como todo empezó

Bajamos de la camioneta, habíamos viajado en auto demasiado tiempo. Estábamos en un barrio abandonado, cerca del aeropuerto nacional. No quedaba nada de México, los otros países deben estar igual.

Perdí la cuenta después del primer año. Hace más de un año habíamos ido a visitar a una vieja amiga a México.

Casiana García. La habíamos conocido cuando niños, su padre había sufrido un accidente automovilístico. En México no tenían lo necesario para la cirugía y los mandaron al consultorio de mi madre en Rusia.

Ella nos contó que cuando tenía 5 años su madre había fallecido de cáncer. Alba se había emocionado al escuchar eso a su edad de 6 porque su madre había fallecido de otra enfermedad que no recuerdo.

No recuerdo a mi padre, mi madre dijo que nos abandono por otra mujer.

No la habíamos visto hace dos años, esa vez fuimos a visitarla desde Rusia, nuestro país natal.

La visita se arruinó por la infección que vino después.

Estábamos en el pueblo donde vivía Casiana, todos estábamos paseando por la calle de este pueblo. Al otro lado de la calle se veía una mujer de aspecto pálido, repentinamente esta mujer se desmaya, comenzó a convulsionar en el piso. Los tres y personas del pueblo, nos acercamos dónde la mujer a ver qué le sucedía.

No sabíamos que hacer, estaba convulsionando en el suelo. Un hombre llamo a una ambulancia, la cual llegó 10 minutos después.

Una mujer especialista en medicina se le acercó, la observó y examinó. No sabía que le sucedía a la mujer, la cual ya había dejado de convulsionar. La enfermera nos dijo que no sabía que le sucedía.

Recuerdo que no nos dimos cuenta en qué momento la mujer se levantó del suelo para atacar a la enfermera.

La enfermera grito de dolor cuándo la mujer le clavo los dientes en el cuello. La mujer se ponía pálida y sus venas se volvían gruesas y visibles.

Habíamos escuchado historias sobre personas pálidas que atacaban a la gente. En ese momento creíamos que eran historias inventadas a propósito.

No nos dimos cuenta cuando habían llegado las autoridades, le comenzaron a disparar a las dos mujeres infectadas. A pesar de los disparos que habían recibido las mujeres seguían caminando hacia las autoridades. La anteriormente enfermera se tiró encima de un funcionario y lo mordió en el brazo.

Sin pensarlo dos veces agarre las manos de Alba y Casiana. Debo admitir que Casiana tiene espíritu para ser una líder. Lo digo porque lo primero que hizo ella fue llevarnos hacia su camioneta y regalárnosla. La aceptamos con gusto y le ofrecimos llevarla a Rusia pero ella se negó.

Y ahora estamos aquí, en un barrio abandonado sin haber logrado huir a Rusia porque a ya estaban en la misma situación. Y si quisiéramos ir al pueblo de Casiana, solo nos arriesgaríamos a ser infectados. Además de estar bastante lejos.

—¡Oye! — Me llama la atención Alba — ¿vas a ayudar? — tenía las bolsas de provisiones en sus manos.

Asentí con la cabeza y fui a recoger unas bolsas con armas que habíamos obtenido en una comisaría.

—¿Tienes los cables?— le pregunté a Alba.

—Claro que si — Alba dejo las bolsas en el suelo y saco una pistola, abrió la puerta y entro.

Todas las veces que entramos a la casa en dónde nos quedamos, ingresamos a esta con un arma por si hay alguien o algo.

—¡Los vuelos se cancelan! — recordé la voz del hombre en el aeropuerto —¡Hay demasiados infectados!

La gente comenzó a protestar, Alba estaba junto a mi. Estábamos tomados de la mano porque la gente se empujaba para llegar a la recepción. Yo furioso me dirigí a la salida con Alba de la mano.

—¡No hay nadie! — Alba grita desde dentro de la casa.

Ingreso a esta con las bolsas. Alba sacó unos fósforos y tomó una vela para encenderla. En la ciudad había electricidad pero muy poca, asique solo la utilizamos para la radio que ahora necesita una reparación.

—Todavía no llega — dije.

Nos estamos refugiado con otra persona más. Lo conocimos en el aeropuerto golpeaba cosas furioso. Nos vio yéndonos de ese lugar. A la semana lo encontramos vagando por la ciudad buscando provisiones.

—¡¿Quién llegó?! — se escuchó la voz de él — ¡Llegó Víctor!

Apareció en la entrada del salón con los brazos levantados y con varias bolsas en sus manos.

—Te puedes callar — dijo Alba cuando lo vio — al menos no grites.

— Tranquilízate rusa — le dice Víctor bajando los brazos.

— Tranquilízate rusa — le dice Víctor bajando los brazos

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UBRS Y EL APOCALIPSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora