UBRS Y EL APOCALIPSIS

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❝ 𝙇𝙖 𝙧𝙖𝙙𝙞𝙤... ❞

Estaba reparando la radio mientras que los demás abrían algunas latas de comida para cenar.

Hace varios meses habíamos intentado comunicarnos con alguien pero no lo logramos. Hace poco una rata entro a la casa y mordió los cables.

Teníamos las cortinas cerradas para que los zombies no nos vieran.

Después de colocar el cable, encendí la radio esperando una buena señal. Lo bueno fue que si funcionó, el sonido de la radio resonó por toda la casa.

Alba se me acercó, con un plato en la mano. ¿De dónde sacaron pasta?.

—¿De dónde... ?— me interrumpió Víctor.

—Disfrútalos eran los últimos — me dijo. Con el tenedor que tenía el agarro unos cuantos y se los echó a la boca.

—No mientas — Alba golpea a Víctor, a el casi se le cae el plato de las piernas porque estábamos comiendo en el suelo. La mesa estaba en la puerta trasera obstaculizando el paso — Víctor encontró harina, aceite, teníamos sal y nos quedaba mantequilla que él le había robado a unos sobrevivientes muertos recientemente... ¿Y el huevo cómo lo obtuviste?

—Llegue hasta muy lejos — Víctor empieza a hablar como si relatara una película de terror. ¿Le tuviste que dar cuerda? — Me encontré un gallinero, dónde habían gallinas sueltas dando vueltas por el campo, además hallé el nido... Me picotearon muchas gallinas.

— Pero lograste tomar los huevos y fin — Alba interrumpió a Víctor, se tardó demasiado en callarlo. Víctor la miraba mal, había interrumpido su "increíble historia".

—Por eso tardaron tanto — les dije a los dos tratando de bajar la tensión en la habitación — hicieron la pasta.

Víctor me miró y asintió con la cabeza. Alba sonreía, le gusta molestarlo.

—No te enojes — Alba le dice a Víctor sin poder evitar reír.

—¡La próxima vez no traeré nada! — Víctor se cruza de brazos y le da la espalda a Alba.

—¡Estas obligado! — Alba comenzó a gritar, no tenía porque interferir. Si llegan los zombies que se los coman —¡O te quedas sin comida!

—¡Bueno! — Víctor le grita a Alba, sus peleas no duran demasiado.

—¿Van a comer o van a pelear? — les dije viendo sus platos llenos, el mío estaba casi/ vacío.

No dijeron nada solo comieron en silencio. Los mire por varios minutos, ellos estaban muy tensos.

La radio comenzó a sonar, yo les hice señas a los demás para que se quedaran en su lugar.

—"Laboratorio de Ubrs, habla la doctora García" — de la radio se escucha la voz de una mujer joven. Alba me mira, conocemos ese apellido — "... Estamos probando la cura para esta enfermedad, esperamos buenos resultados" — no se escucha la voz de la mujer de nuevo.

—Una cura — murmura Víctor — ¿Será posible?

—No lo sé — dice Alba.

— ¿Hay un laboratorio en ese lugar? — pregunto yo.

—No, es un pueblo minero — me dice Alba.

—Esperen ¿Conocen ese tal Urbs? — nos pregunta Víctor.

—Si, pero es Ubrs no Urbs — le corrige Alba.

—Lo mismo — dice sin importancia —¿Cómo lo conocen?

—Conocemos a esa doctora García — le digo yo — solo que la conocemos como Casiana García.

Víctor se queda atónito, se le abrió la boca. Se la cerro y nos dijo:

—Yo sabía que tenían algo — nos señalo — no me dijeron que tenían una amiga científica y menos que estaba viva.

—Antes no era doctora o científica — le dijo Alba —. La última vez que la vimos fue antes del virus.

—No sabíamos si estaba viva o muerta — le dije yo. Me estaba asegurando si que el cable estuviera bien puesto.

—¿No se les ocurrió ir a verla? — Víctor nos dijo señalando la puerta principal.

—Como ya dije — me acerque a él — no sabíamos si estaba viva — le di palmadas en el hombro.

—¿Por qué no la vamos a visitar? — deje mi mano apoyada en su hombro mientras pensaba.

— Hay muchos contagiados en ese lugar — dijo Alba antes que yo — no es seguro.

—Nunca es malo intentar — Víctor nos dijo — Aunque no sea seguro... Debe de tener un refugio en Ubrs.

Mire a Alba y ella me devolvió la mirada negando con la cabeza.

—Lo intentaremos — dije yo. Alba se levantó del suelo y frunció el entrecejo — "nunca es malo intentar".

Ella no lo quería admitir, tampoco yo, pero no es mala idea. Me miró una última vez y se fue al segundo piso de la casa.

—Prepárate — le dije a Víctor — nos espera un largo viaje.

Víctor asintió con la cabeza y luego me retire de la sala para ir a hablar con Alba.