El viento susurraba al entrar por la ventana, cuidadosamente se acercaba al tranquilo cuerpo de un joven acostado sobre la cama, inmóvil, lleno de polvo y rodeado de telarañas.Soplo sobre su cabeza moviendo un flequillo que caía sobre su frente, provocándole un escalofrío escabroso que le prevenía de su peligroso acompañante.
Sin embargo, ella se dio cuenta, mecánicamente movió su mano, espantando al entrometido espíritu. Se levanto de la silla junto a la cama y una nube de polvo se formó alrededor mientras ella caminaba, cerrando la ventana con un estruendoso sonido.
—Suria —dijo con dificultad y voz casi nula el joven recostado. Trato también de abrir los ojos sin embargo la mujer se alejo de la ventana para sentarse nuevamente frente a él, puso su mano sobre la frente del chico y la acaricio con la intención de hacerlo dormir una vez más.
El chico trabajosamente levanto su mano y quito la de su acompañante, abrió completamente los ojos y la miro. Era una mujer realmente anciana, con un cabello corto despeinado, de piel clara y arrugada, con un pequeño tatuaje irreconocible detrás de la oreja. Su respiración era tranquila, pero en sus ojos había una rabia tan incontenible que deformaba todo su rostro.
—Debes volver a dormir Eric—hablo la mujer, con la voz más ronca que en su vida había escuchado.
El joven hizo caso omiso tanto de las palabras, como de la mirada de la anciana. Sentía su cuerpo demasiado rígido, como si no se hubiera movido en mucho tiempo. Un mechón de cabello cayó sobre sus hombros, estaba tan largo que casi llegaba a su cintura, de un color dorado claro y completamente lacio.
Tosió por la nube de polvo que el moverse estaba provocando, se sentó completamente y con la mirada perdida comenzó a recordar el sueño que había tenido, sin prestar atención a nada a su alrededor.
—Suria—dijo una vez mas antes de dirigir su vista a la habitación, era gris y tenía demasiado polvo y telarañas como para que alguien viviese ahí, las ventanas eran grandes, pero estaban cerradas y cubiertas con pesadas cortinas rojas, no dejaban que entrara ni un rayo de luz. Un par de velas largas iluminaban la habitación, mostrando monstruosas figuras en las paredes.
Una vez mas volteo a ver a la mujer, que lo seguía mirando con rabia, la escasa luz también hacia cosas con su rostro, aumentaba sus ojeras y parecía hundir sus ojos en las cavidades oculares. Las arrugas formaban sombras en su piel haciéndola aterradora y el vestido hacía que tras ella unas alas negras se formaran en la pared.
El joven trato de levantarse, puso sus pies en el piso, sintiendo el polvo suave y la madera debajo de él. Envió toda su fuerza a sus piernas y trato de ponerse de pie, no pudo permanecer así ni un segundo y cayo al piso, provocando un estruendo y una nube de polvo nuevamente.
—Es suficiente Eric—grito la anciana corriendo a levantarlo. Volvió a sentarlo sobre la cama y vio la mirada sin brillo que tenía en los ojos.
Vio su oportunidad de hacerlo dormir otra vez e intento lograr que nuevamente se acostara.
En ese momento la cortina se cayó también y la ventana se abrió con una fuerte ráfaga de viento que levanto y revolvió toda la suciedad que había, el agua comenzó a caer del cielo y la brisa la metía dentro para mojar todo lo que alcanzara.
La anciana corrió a tratar de cerrar la ventana con todas sus fuerzas, jalo el vidrio con su peso y después de mojarse completamente consiguió cerrarla. No antes de que el viento llegara al joven y le susurrara una palabra que lo sacaría del trance que no le permitía darse cuenta de lo que estaba con él.
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THE WEAPON OF GOD
FantasyChristian se despierta en un cuarto completamente solo, para darse cuenta que ha pasado años dormido y que no recuerda absolutamente nada de su pasado a excepción de un nombre que retumba en su cabeza cada que esta en un apuro. Comenzara una busqued...