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Existe una enfermedad, una de la que no se habla en los noticieros matutinos a pesar de sus amenazadoras cifras y el riesgo alarmante de contagio.
Comienza en los ojos, se propaga al cerebro y silenciosa y rápidamente baja directo al corazón, y, así como el virus del VIH, es capaz de ocultarse tras una célula y mantenerse en estado latente, para después de un tiempo resurgir y atacar con toda su furia al organismo hasta deteriorarlo, pero, no sin antes atacar a los de su alrededor. ¿De qué hablo? Del síndrome de Procusto.
¿De dónde viene?
Remontémonos a siglos y siglos atrás...Procusto, hijo del dios Poseidón, era dueño de una posada en las colinas de Ática y este coff... coff... amablemente coff... coff... ofrecía posada a los viajeros cansados, ya sabes, un techo cálido para descansar y refugiarse del frío, algo así como un Airbnb®. Pero por la noche, de manera sigilosa cual serpiente de cascabel muda, entraba a la habitación y ataba a sus huéspedes a la cama, si alguna parte de su cuerpo sobresalía, se lo cortaba, así fuera la cabeza o los pies, y si el huésped era más pequeño, lo estiraba hasta que abarcara las medidas exactas de la cama. Pero un buen día llegó Teseo, quien lo retó a comprobar si su cuerpo era tan perfecto para encajar en la cama. Procusto cabreado por la provocación se tumbó en ella y entonces Teseo lo amordazó, ató y torturó de la misma manera que él había hecho a cada huésped, cortándole las piernas y la cabeza.
Intolerancia a la diferencia.
Procusto quería que todos se ajustaran a lo que él decía y pensaba que era correcto, nadie diferente a él es válido, por ello, su primera acción es mutilar, deformar y aniquilar.
Nótese algo importante en esta historia, no comenzó siendo malo, sino agradable y hospitalario, cuentan los rumores que su rostro era la viva imagen de la bondad, imposible sospechar de sus intenciones. Pero Procusto escondía algo... miedo, mucho miedo. Miedo a que alguien más fuerte o ágil se levantara y lo superara ¡Qué prevenido!
Muy común en áreas de competencias: escuela, trabajo, deporte, medios artísticos, etc.
¿Cuántos Procustos conoces?
Esas personas que se acercan con azúcar en la boca, pero después escupen veneno impregnado de rabia cuando destacas. Ven tu logro y automáticamente estiran el pie para que en tu primer paso alegre tropieces, sabotea e impide a toda costa que te levantes. Bien, bien... no seamos tan duros, hay Procustos inconscientes, aquellos que actúan sin darse cuenta, más bien, creen que tienen razón y que lo que hacen es lo correcto, pues, el hecho de que alguien piense o actúe diferente es suficiente para considerarlo enemigo al cual exterminar; están muy, muy convencidos de ello, no hay manera de que les hagas creer lo contrario.
Y están los Procustos conscientes, los que reconocen que alguien sobresale y se ven amenazados, pues su estatus, su nombre, su fama, lo que sea, se verá opacada. No quieren un segundo lugar, no quieren que se mencione otro nombre que no sea el de ellos, entonces, darán hasta la última gota por impedirlo.¿Pensaste en alguien?
Apuesto que sí, espero no hayas sido tú, pero en caso de que así sea, tranquilo, respira. Todos merecemos una segunda oportunidad, está bien aceptar nuestros errores, pero ¿Tercera oportunidad? ¿novena? ¿milésima? Espero que no llegue un Teseo a aplicarte el mismo tratamiento. Sí, sí, ya lo sé. Sé que merecemos quizás un millón de oportunidades, somos humanos e imperfectos, pero la paciencia y la salud mental...
se termina.
No me llames loca,
es el sitio seguro donde pude hablar
lo que mi corazón calló por años.
Estoy viva.•••
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No me llames loca
Mystery / ThrillerDannielle escapó de una de las redes de tráfico infantil más grande de Francia, fue recluida en un psiquiátrico durante cuatro años y dada de alta por mejoría. Ella, en un intento por retomar su vida, ingresa a la facultad de Medicina de Hamlëin cre...