Escritos Destinados

¡Déjame!

Expresiones de doble sentido existen para atormentar nuestra mente cuando estamos muy cargados (o aburridos). 

  Déjame…

No, no quiero dejarte varado en tu tormenta interna. Quiero ayudarte aunque sea escuchándote. Quiero darte puntos de vista si me lo pides. Permíteme estar ahí para tí. 

  Déjame…

Por favor, a veces necesito espacio para hundirme en mis vacíos emocionales. Necesito llorar para liberarme un poco. Dame tiempo. Unos minutos me bastan para recuperarme y seguir como si nada, en serio que no notarás nada si me das un momento de autorecuperación.

  Déjame…

Sí, déjame ayudarte. Te daré salidas y soluciones si necesitas. Estaré disponible si me avisas. Seré insistente si me doy cuenta.

  Déjame…

Te voy a regañar si no estás en lo correcto. Te voy a cuestionar si no te entiendo. Obviamente no dejaré que cometas un error, pero estaré si aún entrando en razón quieres efectuar tu jugada.

  Déjame… 

Pero ¡no! No me dejes. Pregúntame que pasa. No te lo pediré directamente, quizá si lo haga pero no está en mí hacerlo. Entonces date cuenta. No estoy bien. Atiéndeme.

  Déjame… 

Soy instantes. Soy fugaz y a la vez sempiterna, lagunas intensas y oscuras, y gotas claras y transparentes. Soy facetas contradictorias de números que pesan contar.  Densa, muy profunda con un lado liviano y superficial. Soy todo y nada. A veces solo un poco, a veces demasiado. 

Rara vez punto medio, pero sí. 

  Déjame…

Puedo ser de muchas formas distintas o limitarme a ser solo una. Puedo ser bruja o hada. Sirvienta de mi ambición por conocer y esclava de mi mente. Reina de mi alma y princesa primera de mis padres (y de quienes quieran ponerme en ese puesto). 

  Déjame…

Quiero ser tu amiga, o tu psicóloga terapeuta. Quiero solo responderte mensajes o comerte a demasiados. Alterno entre intensa y seca. Puedo ser enemiga, rival, conocida. Puedo ignorar tu existencia o hacerte en mi mundo una importancia que te sobra. Pero soy.

Déjame ser