III

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Meses después de haber tenido aquella incomoda charla Kirishima regresaba afligido a su departamento recordando como el objeto de sus pesadillas parecía tener de nuevo aquel hobbie promiscuo de cambiar de novias aun después de haber estado comprometido, esta vez con una joven linda chica pelinegra de facciones frágiles quien tenía un don magnifico de recuperación y tenía muy poco de haber entrado a la agencia.

Fijando su mirada hacia la calle el pelirrojo sonreía seriamente melancólico recordando como aquella tarde, ante la sorpresiva mirada divertida de Bakugou, su nueva compañera se había empeñado en hacerle un montón de trenzas en su cabello rojo que en aquel momento se mecía largo hasta su cintura gracias al peinado que le habia hecho la fémina.

Mirando como el sol se ocultaba para dar paso a la noche sus ojos carmín de repente se centraban en un sujeto cerca de su departamento que parecía despedirse de una chica mientras ambos se besaban.

Al mirar aquella escena que sus recuerdos inmediatamente reconocían su boca semiabierta ahogaba saliva de forma nada masculina sintiendo como el dolor que se había depositado en su pecho raramente se aligeraba pudiendo ver como su novio se despedía con total naturalidad de la mujer mientras la guapa chica le pasaba por un lado sin siquiera voltear a mirarle.

Soltando un suspiro de cansancio Kirishima miraba a los ojos de Sato tratando de explicarse a sí mismo por qué toleraba toda aquella situación dictándose simplemente a aceptarlo y dejarlo pasar al no tener realmente motivacion alguna de reclamarle.

-¿Qué haces parado ahí como idiota? Vas a entrar o no cariño-

Como un pitido ensordecedor, el corazón del pelirrojo empezaba a acelerarse llenándose de un raro sentimiento el cual suprimía sabiendo que no le llevaría a nada bueno el responder a las provocaciones del otro. Kirishima aun con el entrecejo fruncido seguía del rubio entrando ambos al costoso departamento que últimamente le sofocaba.

-Sé que nunca pregunto pero, ¿Quién era ella? Ambos sabemos que me estas engañando pero, ¿Por qué ni siquiera tratas de ocultarlo?- eran las suaves interrogantes que salían de la boca cansada de Kirishima siendo perseguido por el rubio hasta la habitación de ambos.

Sin el más mínimo interés de explicarse, Sato completamente insensible solo sonreía ignorando la incomodidad del pelirrojo mirando su reflejo en el espejo de su habitación.

-Ella no es nadie a quien debas conocer, ambos estamos atrapados en esta mierda de relación gracias a que siempre te quejas, así que, solo de vez en cuando ocupo algo suave y lindo que me haga sentir hombre y no un marica- el rubio acentuaba cruel con intenciones de engrandecer el tema caminando hacia el pasillo fuera de la habitación. En su camino a la puerta el rubio era rápidamente interceptado por el pelirrojo quien le cerraba el paso mostrando parte de su quirk que se sujetaba al marco de la puerta dañando permanentemente el borde.

-¿Por qué dices eso como si estar conmigo fuera un castigo? Eh, ¡¿Y cómo que ella no es nadie?! Por lo menos deberías ser hombre y tener el valor de decirme o romper conmigo de una...-

Sin aviso y sin dejarlo terminar de hablar, el cuerpo de Kirishima era arrastrado con fuerza brutal hacia dentro de la habitación mientras sus ojos desesperados buscaban el rostro de Sato.

Completamente distraído por la confusión de lo que pasaba el rostro de Kirishima era bruscamente estrellado contra el espejo del cuarto estallándolo en pedazos pudiéndose proteger gracias a su peculiaridad. Entre fragmentos quebrados de espejo que se mostraban filosos la cara de este quedaba clavada a la madera sintiendo como la otra mitad de su rostro era aplastado por la mano áspera de Sato quien trataba de clavarle las uñas.

Rosenrot, dejemos de engañarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora