d o s

68 11 0
                                    

JUNGKOOK

Flashback

Cuando ya me había guardado las llaves, el dinero y el paquete de tabaco en sus últimas en los bolsillos, fui hasta la entrada de casa para ponerme los zapatos y salir a la calle de una vez. Tras cruzar la puerta principal del edificio, suspiré profundamente y miré hacia arriba.

El cielo se encontraba de un tono grisáceo y estaba tan nublado como los pensamientos de mi cabeza. La temperatura también había bajado. El ambiente se sentía húmedo y un poco frío, y caían pequeñas gotas del cielo.

Ese día el tiempo parecía estar demasiado acorde con mi estado de ánimo.

Como no tenía paraguas —aunque tampoco es que me hiciera mucha falta—, me coloqué la capucha de la sudadera en la cabeza y saqué el último cigarrillo que me quedaba del paquete de tabaco junto al mechero. Lo encendí dando una profunda calada y comencé a caminar alejándome del edificio.

Iba ya por la mitad del cigarro cuando, al torcer para cruzar la calle, encontré abierta una pequeña tienda de conveniencia escondida en un estrecho callejón.

La tienda no era muy grande. Tenía un llamativo rótulo de luces de neón verde y se podía observar el interior de ella desde fuera, a través de las grandes cristaleras.

Cuando estaba ya enfrente de la puerta, apagué con cuidado el cigarrillo y me lo guardé en el bolsillo delantero de la sudadera. Con la intención de terminármelo más tarde.

Empujé con mi hombro el metal de la puerta de cristal y entré dentro saludando a la joven chica que se encontraba detrás del mostrador. Ella me sonrió en respuesta y continúo con su tarea de poner el precio a unas latas de salsa de tomate.

Agarré una de las cestas que se encontraban a un lado de la entrada y seguí mi camino por el pasillo donde estaba la comida rápida.

Empecé echando a la cesta unos cuantos paquetes del ramen más barato, aprovechando la oferta "dos por uno", y continué avanzando por el pasillo mientras iba añadiendo unos triángulos de arroz envueltos en algas, botellitas de leche de plátano y un par de cosas más.

Cuando entré en la sección de los productos de aseo, oí que sonaba la campanita de la tienda, indicando que alguien acababa de entrar.

Me giré un segundo y vi que se trataba de un anciano, que entró en silencio pasando por mi lado hasta la zona de la fruta.

Yo devolví otra vez la vista a la pasta y los cepillos de dientes, intentando decidir cual escoger.

Al final terminé cogiendo un pequeño neceser de viaje en el que venía un cepillo de dientes, pasta, desodorante y cuchillas de afeitar. Lo metí en la cesta con el resto de cosas y saqué el móvil para sumar el precio de todo.

Por el rabillo del ojo observé como el escuálido anciano se metía una mandarina en el bolsillo de su abrigo largo y se dirigía hacia la salida sin pagarla, despidiéndose con una sonrisa amable de la dependienta que estaba detrás del mostrador.

Negando disimuladamente con la cabeza, continué calculando el precio de todo lo que llevaba en la cesta con la calculadora de mi teléfono móvil.

A Reason to Stay » Jungkook; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora