Las pinturas del zodiaco

Prólogo

Cuando inicio, tuve miedo. Un miedo infernal de no saber cómo empezar, sabemos que la ficción no suele estar alejada de la realidad y más cuando de amor y tragedias se suelen tratar.  Tengo pánico al no saber como terminará. Y me resulta difícil centrarme en ello pese a no saberlo con certeza, sin embargo aquí es donde esta historia comienza.

Las personas suelen ocultar cosas, pero sabemos que nuestros secretos  no son poca cosa... Mismos que me  han dado alas. Me han inspirado a comprender el por que solemos cometer actos de locura, el por que resultaron del tal manera y si seremos capaces de superar aquellos actos banales que la historia han marcado, dejando de lado a todas aquellas personas que lo han significado todo y a la vez nada en este juego llamado vida.

Pero bien se dice que el hombre es bueno por naturaleza, pero cuando esa naturaleza "buena" es corrompida su cordura y pensamientos desvarían y debido a eso llega a cometer actos atroces que hacen dudar de la humanidad. Sin embargo hay otros que aseguran que el hombre es malo por naturaleza debido a que actúa con egoísmo e instinto, lo que lo lleva a lastimar a los demás, sin importar cuanto puedan significar, ¿Acaso somos egoístas por buscar nuestra propia satisfacción?,  ¿Estamos tratando de llenar el vacío creado por aquello que nos lastimo?. Son las incógnitas que recorren mi mente cuando me pregunto que lo llevo a envenenar su esencia natural.

Sera la ¿Sed de venganza?, pues si la verdad. ¿Odio?, creo que no lo suficiente... Solo el necesario para actuar con cordura y sin confusión, escribiendo las cosas que en un futuro va a ser mi confesión, aquella que se manchara para que logre ser mi salvación.

Miles de personas mueren en situaciones atroces, sin embargo este queda impune en algunos casos, así como se rumora que salvo a algunas raras excepciones, el hombre fue un desdichado, a quien faltaron buenos ejemplos y caricias y amor.

El crimen es, o debería de ser un arte, con el simple hecho de cometer un crimen debería reservarse únicamente a aquellos considerados individualmente superiores a otros. Siendo este así un arte al fin y al cabo, el arte de que alguien te mate.