CAPÍTULO 1.
2012. Base militar, Noruega.
Un, dos. Un, dos. Una pierna tras otra, el corazón acelerado y todo alrededor carece de importancia. Me gusta correr, es una manera de no pensar en nada, solo hay que concentrarse en la respiración y el colocar una pierna tras otra. Todo carece de importancia cuando corres, todo va más deprisa. Podría pasarme horas corriendo, pero al parecer todo tiene un final y en esta ocasión la interrupción viene de mano de un suboficial, el cual parece apurado y algo incómodo ante la situación. El saludo militar llega finalmente, algo torpe, pero llega. Me limito a mirarle con total indiferencia y un poco de frialdad, en parte para divertirme y en parte porque realmente me da igual. A pesar de lo mucho que se esforzaban para que, a pesar de que el servicio militar fuese obligatorio, los soldados tuviesen unas características muy concretas para poder acceder, a la hora de la verdad... había algunos que parecía que se fuesen a mear en los pantalones.
- Coronel Solberg, me envían para buscarle. Dicen que es urgente.-Hasta parece que se va a desmayar. Ni que fuese el mismísimo diablo... bueno, algo parecido, pero eso él no lo sabe. Así que no hay excusas que valgan.
- ¿Y quien le envía a buscarme, cabo? Porque si es el Mayor Borchgrevink puede esperar a que acabe, probablemente solo quiera tomar una copa, ¿verdad que eso no es motivo para interrumpir algo tan importante como mi entrenamiento?- Una sonrisa ligera curva mis labios ante la mirada de perplejidad del joven, ¿podía ser más divertido?
- El Teniente General, Coronel. Hizo hincapié en lo urgente que era, señor.- Intenta mantener la compostura mientras me ofrece una toalla y mi americana. Soy compasivo y no le pregunto que por qué se ha tomado la libertad de coger mi ropa, me limito a coger la toalla, me seco el sudor ligeramente y me pongo la americana.
- Entonces no le hagamos esperar, Cabo. ¿Cómo se llama?-Empiezo a caminar a paso vivo, el joven intenta mantenerse a mi lado.
- Gjertsen, Hjorr Gjertsen, señor.
- Un nombre curioso, cabo, ¿sabe que significa espada? ¿Qué tal se le da la esgrima, Gjertsen?
- No, no lo sabía, señor. Tengo mejor puntería, Coronel, la esgrima no es mi especialidad.
- La esgrima ya no es la especialidad de nadie. Actualmente se ha perdido el combate con honor, ¿lo sabe? Ahora hasta un niño podría hacer lo mismo que usted, disparar un arma es demasiado sencillo. Debería ponerse al día con la esgrima, es una disciplina muy necesaria... si mi padre levantase cabeza.
- Sí, señor.
Y así es como un suboficial me da la razón, si es que es imposible hablar con ellos. Ya me informaré yo de si realmente se pondrá con la esgrima y si no lo hace... bueno, digamos que le obligaré a acompañarme en mis carreras nocturnas con el pretexto de darme de beber agua.
La conversación se terminó y el silencio nos embargó hasta que llegamos a nuestro destino, me pregunto qué será lo que el Teniente General querrá de alguien como yo. El cabo se queda fuera del despacho, creo que ni puede ni quiere entrar, por lo que le digo que puede marcharse y entro con tranquilidad. Dentro están dos hombres, el Teniente General, un hombre de la vieja escuela y otro que desprende soberbia por doquier, el director de la agencia de inteligencia. Esto se pone interesante. Esta vez el que tiene que hacer el saludo soy yo, aunque ya se ha convertido en algo tan inherente a mí que sale de forma natural, espalda recta, pies juntos y la mano en la sien.
- Coronel Solberg, siéntese, por favor.- Se encarga de que la frase suene a una orden, es uno de los muchos talentos de los oficiales generales. Y este en concreto es un pez muy gordo. Asiento y le obedezco sin decir ni una sola palabra, aunque mis ojos les estudian, a ambos.- Éste es Oysten Yttredal, supongo que sabe quién es.
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Aled.
FantasyEdvin siempre fue fiel a dos cosas: a sí mismo y a su país. Pero el tiempo y los golpes de una vida más larga de lo natural le hicieron cambiar. Ahora intenta seguir su vida, dejando pasar los años, completamente dedicado a una existencia dedicada a...