¿Casualidad O Destino?

Casualidad y Destino

Un peliceniza se movía entre las sombras de la noche, las calles silenciosas mientras en las casas no se veían luces; señal de que todo el pueblo estaba dormido.

O casi todos, ya que desde la calle pudo ver como una habitación estaba iluminada, sonrió ansioso para acercarse sin bajar la guardia.

Habiéndolo hecho varias veces antes, no le fue problema llegar al balcón.

Respiró profundo antes de dar los pasos suficientes para llegar a la entrada, tocando y esperando a la persona del otro lado.

Escuchó el sonido de pisadas rápidas antes de que la puerta fuera abierta, saliendo un bicolor quien se lanzó a los brazos de Bakugo.

El mayor lo recibió con la misma fuerza, caminando hacia dentro sin soltarlo, para luego cerrar y evitar que alguien pudiera verlos.

Su relación era un secreto, uno que pertenecía a esos dos jóvenes y nadie más podía enterarse.

Porque si ese secreto saliera a luz, sería un total desastre; uno que se llevaría todo a su paso.

—Te extrañé tanto —murmuró el ojirubí cerca de su oído, acariciando ese suave cabello.

—Yo también —agregó apegándose a ese chico como si todo dependiera de ello.

La familia Todoroki había tenido a Shoto ocupado durante casi todo el día, las únicas horas libres que tenía eran para dormir, incluso comía apresurado por su apretado horario.

Fue así por un mes, todos esos días en donde la pareja no pudo encontrarse, solo escasas miradas a los lejos.

Y es que la familia Inasa no confiaba en ese joven de cabello rubio cenizo, lo preferirían lejos del prometido de su heredero.

Enji y Rei le hicieron saber esto al bicolor, quien tuvo que negar cualquier lazo con Bakugo, no podía decir ni siquiera que eran simples amigos.

Para Shoto, tener que pasar semanas en la organización de la boda fue frustrante.

En la organización de su boda.

Todo el pueblo y poco más allá no paraban de hablar de la futura unión entre los Todoroki y los Inasa.

Pero esa noche era diferente, porque otra vez eran solo ellos dos, con la luna como su cómplice.

—Perdón, Katsuki, de verdad no sé qué hacer —habló empezando a sentir un nudo en su garganta.

—Hey hey —interrumpió el contrario tomando su rostro—, lo sé, cariño, lo sé.

Ambos lo sabían, las cosas parecían complicarse más, querían un descanso; querian que las cosas fueran bien.

—Shoto, ¿ya lo has pensado? —preguntó.

El aludido bajó la mirada, no importaba qué era lo que fuera a elegir, ambas eran difíciles.

Las cosas quizás serían sencillas si sus padres tuvieran otro concepto de Katsuki, no solo verlo como un rebelde sin remedio.

Se metía en problemas, pero todos eran por buenas razones, no estaban igualados en la misma clase social, pero la diferencia no era grande.

Quizás, con un poco de suerte, las cosas serían diferentes.

—No sé qué hacer —se sinceró—, tengo miedo.

La elección era entre su familia o su amante.

—Te entiendo —dijo el mayor—, aún hay tiempo, te esperaré.

Esa noche solo fue de dos personas abrazándose, queriendo sentir el tacto que habían extrañado.

[...]