Capítulo 2 | Ironía

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— Llegamos. — Liam abrió la puerta de la casa y pasé en total silencio. Miré alrededor de mi hogar y caminé hasta sentarme en el sillón de la sala. Solté un suspiro y observé a mi hermano mientras él tecleaba con rapidez su teléfono.

— ¿Sucede algo? — alzó la vista y se quedó en silencio por un momento. Alcé mi ceja curiosa y lo incentivé a que me dijera. — Dime, ¿Qué sucede? ¿Es algo relacionado al accidente? — negó con su cabeza, solté un suspiro y traté de levantarme, pero me detuvo antes de que lo hiciera.

— No, no, no te levantes. Tienes que descansar, te lo diré si te quedas quieta, por Dios santo. — sonreí y acepté su condición. Liam se sentó a mi lado mientras acomodaba su cabello y miró a mis ojos.

— Estamos en problemas, después del accidente el jefe me dijo que tenemos que, en la próxima jugada, recolectar el doble de lo recaudado la vez pasada. Fuimos muy descuidados con respecto a los últimos robos y estamos muy cerca de los Dragons. — negó con su cabeza y soltó un suspiro. — Estas fuera en el robo de esta noche. — sentenció.

— ¿Qué? — me acomodé bien en el sillón y lo miré sorprendida. — ¿Según quién? ¿Quién está a cargo de esta decisión? — miró hacia otro lado. Apreté mis labios y lo miré enojada. Joder, ¿Fuiste tú? Vaya hermano que me ha tocado. Gracias, Liam. Tú me metiste en esto y ahora me dejas fuera— negué con mi cabeza enojada. — Voy a presenciar el robo.

— No. Ya lo he dicho y todo el equipo está de acuerdo.

Miré hacia otro lado sintiéndome molesta e ignorada. ¿Tan desastrosa fue el último robo para dejarme fuera?

Y...querida, Alice, casi moriste y metiste la pata con el jefe.

Fruncí el ceño y todo lo del robo vino a mi mente como si me hubieran tirado un balde agua helada encima. Me puse de pie tapándome mi rostro por todas las imágenes que venían a mi mente. No había tenido tiempo de pensar en lo que había sucedido esa noche por el dolor que sentía en mi cuerpo y, porque la mayor parte del día estaba con morfina y dormida debido a que me costaba moverme.

Miré a mi hermano sorprendida mientras respiraba entrecortadamente. ¿Acaso él siempre lo supo y nunca me lo dijo? ¿En qué momento me lo iba a decir?

— ¿Y ahora qué te sucede? — preguntó bajando los hombros, lo miré molesta mientras tomaba aire para controlar la ira que sentía por dentro.

— Está vivo. — solté sin anestesia. Abrió sus ojos y se quedó tesio, sin mover ni un pelo, hasta creí, por un momento, que había dejado de respirar.

Liam dejó de ser Liam por un instante, nunca lo había visto tan vulnerable y, sobre todo, tan callado. Alcé mi ceja un poco satisfecha por su reacción, sabía que él sabía sobre nuestro padre y se había estado haciendo el tonto con mi repentino descubrimiento. Se había mantenido en silencio y creyó que iba a dejar pasar esta noticia.

— No sé de lo que hablas. — respondió luego de un tiempo. Sonreí irónica y negué con mi cabeza debido a la caradurez que presentaba mi hermano.

— Claro que sí sabes lo de que estoy hablando. — escupí con enojo. Miré a mi hermano y no pude creer lo tan idiota que fui. Bufé y coloqué mis manos sobre mi pecho en forma de cruz. — Sabes de lo que estoy hablando, Liam. — repetí. — Lo vi. — solté un suspiro entrecortado. — Vi a papá, Liam. Lo vi, está vivo. — sentí un nudo en mi garganta y quise desaparecer y desaparecer a mi hermano. — ¿Cómo pudiste ocultarme una cosa así? ¿Cómo pudiste? — relamió sus labios y miró hacia otro lado que no fuera yo. Mis ojos ya estaban con lágrimas debido a la angustia que sentía en este momento.

— Repito, Alice. — se puso de pie. — No sé de lo que estás hablando. — sentenció mientras daba media vuelta y caminaba en dirección a la puerta de salida.

— ¡Eres un mentiroso! — grité. — ¡Por supuesto que sabes de lo que estoy hablando! ¡joder, lo vi! Estaba vivo, está vivo, papá no está muerto y tú lo sabías. ¿Qué clase de hermano eres para ocultarme semejante barbaridad? Lo sabias todo este tiempo y no me lo dijiste. No voy a perdonártelo. Jamás. — a esta altura estaba con mocos tendidos y lágrimas que salían sin permiso, lloraba del enojo y de la angustia que sentía por dentro.

¡Había sido muy injusto conmigo!

Él seguía en silencio, sin mirarme a la cara y con su mano puesta en la manija de la puerta. Estaba siendo extremadamente idiota y él lo sabía, pero no iba a dar su brazo a torcer por lo terco que era. Liam ni iba a darme la razón, aunque yo lo estuviera viendo con mis propios ojos.

Tenía que descubrirlos. A ambos.

— Eres un idiota egoísta. — dije tratándome de tranquilizar. Sorbí por mi nariz y caminé hacia las escaleras sin querer hablar.

— No salgas a ningún lado y toma tus pastillas. Regreso dentro de unas horas.

— Vete a la mierda. — contesté encerrándome en mi habitación.

Esta noche iría al robo yrecolectaría mi parte. 

Foster: InfiltradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora