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Salimos todos corriendo en un silencio que paralizaba el corazón. Nos subimos a nuestros autos y emprendimos una desesperada marcha hacia el hospital local.

Nos bajamos de los vehículos sin importarnos como quedaban estacionados, es más ni recuerdo habernos fijado si los apagamos.

Nada importaba ya.

Entramos corriendo al hospital y la recepcionista nos miró con cara de susto.

- Familia Kingstone?

Asentimos todos con los ojos llenos de lágrimas y los corazones en las manos...

- Sigan por ese pasillo, al llegar al fondo deben doblar a la derecha... allí un médico los espera.

Salimos disparados hacia allí, nunca había sido buena en deportes, pero ese trecho lo corrí con todas las energías que tenía, con las que me quedaban.

Un doctor joven nos recibió. Con cara seria nos dijo qué sucedió. Junto a él había un policía.

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